La identidad hipotecada

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Rodrigo Contero Peñafiel

La neurociencia ha identificado que las neuronas que permanecen juntas tienden a dispersarse juntas. A manera de símil podemos ver cómo ciertas patologías y algunos rasgos de personalidad se distribuyen entre los miembros de algunos grupos y hasta de la familia. Todos estos trastornos psicopatológicos se propagan por simpatía entre las personas con las que se convive. Quien no ha tenido una vida plena no ha crecido como persona y parte de su desarrollo continuará sometido a las experiencias previas.

Cuando alguien se compromete con determinados planes importantes para sí mismo, estos se convierten en parte de su identidad y muy difícilmente podrán dar un paso al costado, así intervenga un orientador profesional o un familiar para que le ayude a cambiar de rumbo. Una identidad hipotecada es lo opuesto a una “crisis de identidad” en la que se puede mirar a tiempo el peligro, reconsiderar las actuaciones y cambiar de rumbo. La mayoría de las veces se debe a que algunas personas piensan demasiado como políticos y ansían tener réditos personales lo antes posible, sin mucho esfuerzo.  Se dejan seducir por el estatus personal y son incapaces de ver que por mucho que puedan impresionar a los demás, su decisión es la peor que pueden haber tomado en sus vidas.

Muchos quedan atrapados en el modo predicador, sienten que sus actuaciones por más nocivas y pervertidas que sean son sagradas y deben responder con gratitud al dirigente o grupo de testaferros de los que forman parte. Culpan al pueblo y quienes no creen en ellos, de venderse al capitalismo y las organizaciones sin ánimo de lucro. Se encuentran atrapados en un ciclo de autosuficiencia y la evolución de su identidad depende de una situación económica y vida social llena de lujos y comodidades, por eso concuerdan con personas que validan sus convicciones.

Al final estas personas acumulan demasiada carga que les impide abandonar el camino escogido, por lo que no están dispuestas a sacrificar el salario o las ganancias obtenidas, el estatus, las manías adquiridas y el tiempo dedicado para alcanzar sus ambiciones. Las vivencias de una revolución fallida y sus testaferros han quedado al descubierto.