“¿Cuánto hay?”

Rodrigo Contero Peñafiel

No es ninguna novedad que en algunas instituciones públicas funcione a la perfección el “¿cuánto hay?” y quien se niegue a realizarlo simplemente debe salir del puesto, para dar paso a quien sabe ejecutarlo sin favor ni temor. La justicia debe tener varias de estas denuncias, que duermen el sueño de los justos hasta que un ‘condolido juez’ dicte una sentencia, y todos felices a disfrutar de la libertad y el poder de la recompensa que se convierte en una golosina.

Después de que Pavlov hablara de la respuesta condicionada, refiriéndose a la salivación de un perro cuando hace sonar una campanilla, porque sabe que luego recibe la comida, Skinner habló de la recompensa y el castigo como grandes generadores de la conducta. Es así como se entrenan delfines, perros y otros animales de compañía, o, que son utilizados en los circos para mostrar su conducta y, de este modo comprar comida o evitar el castigo para esta especie.  Los seres humanos tenemos una frontera dorada que algunos se atreven a cruzar para alcanzar el dinero, el oro o la fortuna con gran facilidad, igual que los otros animales lo hacen por comida.

Muchas personas tienen la capacidad de esperar el momento oportuno para lograr una recompensa, sin olvidar la noción de que con una espera más larga se puede lograr una mayor recompensa. Por eso el misterio y el enredo en la justicia, hasta desenrollar el hilo de la corrupción organizada y planificada desde hace mucho tiempo atrás y que ha puesto al país entre los más corruptos y peligrosos del mundo. La especie humana puede tener más paciencia que los chimpancés, hasta poder efectivizar el dolo en los paraísos fiscales, bienes a nombre de familiares y amigos o simplemente las cajas fuertes en el sotabanco de sus mansiones.

Con este tipo de actuaciones ¿existe la cooperación desinteresada o altruista entre funcionarios públicos de dudosa reputación? La cooperación requiere algún tipo de comunicación, sea verbal, escrita o por vía electrónica, que cuando es descubierta utilizan una serie de subterfugios para enredar, alargar o negar el problema, para engañar a la justicia, al pueblo y a sí mismos como animales racionales.