Riesgos

Eduardo F. Naranjo C.

Estamos en modo de asombro, pasmados frente a escenarios terroríficos de todo orden. El sistema político y judicial, salvo honrosas excepciones, es un “mercado” desorientado; desconocemos cuál será el próximo paso del que seremos mudos testigos. En estas condiciones ir una vez más a elecciones es contribuir con nuestros votos a mantener un sistema carcomido y corrupto que nos lleva a dudar sistemáticamente de la democracia como sistema.

Desde la Academia proponen modelos y soluciones, pero entre teoría y práctica, hasta  instrumentar nos llevará la marea. Sostener modelos retrógrados no mejora la relación social; al contrario, la complica,  llevando al planeta hacia la incertidumbre, sin alcanzar un punto de equilibrio,  lo confirman los malos  resultados.

La voracidad de la minería afecta aguas y la tala del bosque, territorios; es imprescindible rígidos controles. La inversión en protección para eventuales catástrofes geológicas y ambientales no aparece en  países  como el nuestro, con enorme riesgo geológico.

Necesitamos visión de futuro mediata, organización social con dirigentes pulcros, justicia que proteja y  no cómplice de intereses subterráneos. La seguridad social —tema escabroso—, un salario básico aporta 88 dólares al mes y respuestas no existen. En países ordenados dan solución al empleo con abundante obra pública, crean trabajo y rentabilidad, con hidroeléctricas, autopistas, transporte masivo rápido, conectividad y servicios eficientes en: educación,  salud, etc.

La ausencia de ética agrava los riesgos,  acrecienta mafias y farsantes que optan por candidaturas como camino a la riqueza y no al servicio. La falta de criterio y el predominio de las emociones en todo nivel fomenta un sistema electoral que no garantiza nada y es poco nítido, en tanto el crimen comienza reinar.