Resultados y pecados

Los pactos, en sí, no son buenos ni malos. En 1939, la Alemania de Hitler y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) firmaron un tratado de no agresión a cambio de ciertas concesiones territoriales mutuas. En junio de 1941 la Alemania nazi invadió a la URSS, que fue la concreción de la Segunda Guerra Mundial. La URSS entonces pasó a formar parte de los Aliados (EE.UU., Inglaterra y Francia) y en 1945 las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) fueron totalmente derrotadas. El pecado fue que Hitler detestaba a la comunista URSS y viceversa. Los pactos amorales llevan a la traición.

En Ecuador se han dado múltiples acuerdos políticos. En 1992 el Partido Social Cristiano pactó con su enemigo, el Partido Roldosista Ecuatoriano, para que regresara Abdalá Bucaram al país. Luego, con su apoyo, logró que se eligiera a Heinz Moeller como presidente del Congreso Nacional. En las elecciones de 1996, Abdalá derrotó a Nebot, pues el pueblo consideró que ambos eran iguales, a pesar de los desafueros de Abdalá.

Hoy se habla y se vive un pacto de ese partido con el correísmo y Pachakutik. Aunque los dirigentes del PSC aducen que es coincidencia —como es coincidencia que Rusia limite con Ucrania y con sus nefastos resultados—.

Pactar con quienes son sancionados por crimen organizado, peculado y sobornos, es absolutamente inmoral, no amoral. Ni siquiera Maquiavelo estaría de acuerdo, pues quien pierde es el que cede, por cuotas de poder, ante cuestionados movimientos políticos. Lamentablemente “cuesta abajo es su rodada”, como dice el tango. Rodada que, unas veces sí y otras tal vez, le espera a la Izquierda Democrática.

Dos partidos políticos respetables que juegan con compadrazgos indignos. Como vivimos la civilización cristiana, aún para los agnósticos, la redención siempre es posible. Aunque está más cerca la extinción. “Errar es humano; perseverar en el error es diabólico”, dice San Agustín.