Red envenenada

Difícil entender qué nos depara el futuro mediato. Los escenarios mundiales sugieren que para alcanzar el poder no importan los medios; actualmente la red social permite “lanzar” millones de mensajes falseados e impregnados de  pasiones oscuras. El anterior mandatario norteamericano magnificó esto, al igual que sus fanáticos seguidores. Estos escenarios se han repetido en Latinoamérica y el mundo; derraman odio y falacias con celeridad, aprovechando la fragilidad de la mente humana, a la que agentes manipuladores convierten en marioneta.

La política en el subcontinente bajo este parámetro se percibe poco clara y  desorientada. El ciudadano es arrastrado por esta turbulencia que no acaba de entender y que tiene dos componentes: una tecnología avasalladora que supera la imaginación y sustituye la realidad, y la mala intención de los creadores del mensaje. La juventud no tiene trabajo o prefiere no hacerlo—se refugia en juegos, drogas, sexo, etc—; los de mediana edad buscan oportunidades de hacerse ricos a como dé lugar; los viejos no cuentan, sino que, al contrario, sobran.

La red conectó al planeta, aportando conocimiento, pero también transformó la sociedad en algo extraño y ausente. El transcurso del tiempo es banal a las conciencias, facilitando el uso de ‘fake news’ y convirtiendo la sociedad en carrusel de odio dirigido a cualquier pretensión de cambiar un sistema fallido.

Observadores y periodistas, entre ellos la BBC, señalan que el rechazo a la propuesta de nueva constitución en Chile se logró por acciones coordinadas de desinformación, que  provocaron alarma e hicieron que la gente se fuera al otro lado. Ocurre también en países como Brasil, Argentina, Bolivia, Colombia, México, Perú y aquí. Ojalá algún día cambien las cosas. Las plataformas Twitter, Facebook, Tiktok  producen grandes colaterales.