Que te vaya bien, a pesar de

José Alvear

El sector privado pasa por muchos retos y complejidades constantes. Ser emprendedor, o empresario en Ecuador se vuelve una carrera de resistencia en la que debes parar, tomar un vaso de agua y seguir. Es un camino incierto en el que constantemente los cambios de las reglas de juego afectan a las inversiones y los objetivos de desarrollo.

Durante la década perdida, la del prófugo Rafael Correa, se aprobaron unas 60 reformas a leyes y reglamentos tributarios, y se crearon al menos 13 impuestos. A esto se sumó una política pública de tinte comunista denominada ‘sustitución de importaciones’ realizada desde el escritorio de un burócrata iluminado, que prácticamente obligaba a que se produjeran ciertos bienes, con el objetivo de dejar de importarlos, vulnerando la libertad de emprendimiento de la gente. El resultado fue el fracaso absoluto de tal iniciativa absurda.

En Ecuador estamos muy lejos de ser una economía de libre mercado. Estamos en una economía de empresarios prebendarios y muchos políticos corruptos que se dedican a vender favores, legalizando esta deshonesta práctica al llamarla: ‘acuerdos entre privados’. Adam Smith, padre del capitalismo , definió como la ‘mano invisible del mercado’ a las personas que  intercambian bienes y servicios. Tema que no se entendió porque, de manera absurda, se  pide más intervención estatal en contra de la iniciativa privada. A esto se suma que los políticos corruptos aprovechan y meten su mano negra en cualquier interacción humana donde vean que pueden sacar provecho. Es importante recordar que los países donde existe mayor libertad económica es donde más se ha reducido la pobreza. En Ecuador, el sector privado se ha desarrollado a pesar de las políticas represivas de los gobiernos. Se ha producido riqueza, a pesar del bloqueo al sector empresarial, gracias al espíritu de supervivencia de los empresarios honestos que se han enfrentado a las situaciones adversas.

Es fundamental cambiar el chip para poder avanzar como país. Debemos convencernos de que es la empresa privada la que genera plazas de empleo, pero que requiere un Estado supervisor, que marque reglas de juego claras.  No necesitamos un Estado intervencionista que quiera seguir engordando, porque eso es lo que debemos  eliminar.

Hay que acercar esa brecha entre empleador y empleados a través de leyes laborales que apoyen en la generación de más  empleos y nuevas oportunidades para la gente con nuevas modalidades, por ejemplo: el empleo por horas, el empleo para los jóvenes los fines de semana, entre otros.

Es importante entender  que la empresa privada es una aliada para crecer como país. No podemos ver al empresario como el lobo al que hay que exterminar, sino  como un motor fundamental que ayudará a empujar hacia adelante al Ecuador.

Es necesario que las autoridades que lleguen a tomar las riendas del país en los próximos meses avancen hacia la generación de herramientas que apoyen al emprendedor, al pequeño, mediano y gran empresario. Es fundamental que atraiga inversiones, con una banca equilibrada, libre de “chulcos” y con un sistema educativo que nos abra el pensamiento y también nos abra las fronteras en el mundo globalizado en el que vivimos.

¡Por un libre mercado, sin cargas tributarias, por más desarrollo, más empleo, por menos Estado y más libertad!