¿Podemos llevarnos mejor?

Rodrigo Contero Peñafiel

La fuerza expresada como violencia es un instrumento de dominio. La violencia tiene dos variantes, la fraguada que es creada con una finalidad, y la espontanea que es provocada por la pasión.  La violencia tiene una finalidad prevista por el agresor, para obtener algún beneficio. Puede ser tan ruda como atacar a alguien en la calle, o tan grave como incitar a la sedición que provoca dolor y amargura.

La capacidad de inhibir las emociones como el miedo, la ira o el deseo absolutista, supone tener ventaja sobre los demás. La estrategia de dominio es estimular las reacciones emocionales de quienes consideran adversarios, para impedirles llevar a cabo sus proyectos. En el deporte se manifiesta con insultos o agresiones; sin embargo, en ocasiones se evidencia como agredir a ciudades y pueblos indefensos, lo que constituye un crimen que debe ser enfrentado con la ley. A quienes les gustan de este tipo de agresiones ponen en peligro el bienestar de la gente, sin importarles su futuro.

Las emociones son decisivas para poder comprender el mundo en que vivimos, pero a veces pueden superar la capacidad de las personas; si eso ocurre, las decisiones que se toman son las menos lógicas. En situaciones complejas los gobernantes tienen la posibilidad de demostrar su mente fría para tomar las decisiones más pensadas que suelen funcionar mucho mejor. Aunque, la complejidad de la sociedad moderna pueda hacer que las decisiones automáticas, como el acto de pelear o evadir responsabilidades vayan en contra de los intereses de la ciudadanía.

Muchas personas reprimen sus emociones de forma natural mejor que otras, ya que el modo en que reaccionan depende de las circunstancias. En la política, algunos partidos asumen riesgos audaces, buscan nuevas sensaciones, impulsividad y autoritarismo; se refieren a sí mismos como liberales. Otras organizaciones políticas aceptan el cambio, imaginan un futuro mejor, creen que la combinación adecuada de la tecnología y las políticas públicas pueden acabar con los problemas esenciales de la gente, como la pobreza, la salud y la inseguridad. Es necesario meditar ¿podemos elegir autoridades sin dejarnos llevar por las emociones?