Pertenencia étnica

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Carlos Freile

Según noticia publicada en los medios masivos de comunicación, los jóvenes dispuestos a dar el examen de admisión a la universidad deberán indicar su ‘pertenencia étnica’ entre otras características personales. Reflexionemos un poco sobre esto valiéndonos de un ejemplo teórico.

Supongamos que un joven cuya familia de origen campesino ha llegado a Guayaquil desde la provincia del Chimborazo hace un siglo tiene un fuerte componente indígena en su ADN; a lo mejor sus rasgos físicos son nativos (estatura, color de la piel y del pelo, contextura física, ausencia de vello facial…) por la herencia genética recibida. Sin embargo vive y piensa como un guayaquileño más de origen popular, su habla es la típica del Puerto así como sus costumbres, casi con certeza usa solo dos palabras quichuas en su vocabulario (‘ñaño’ y ‘pana’) sin tener idea de su vinculación lingüística; ¿deberá señalar su pertenencia a la etnia quichua-puruhá?

Pareciera más útil y pertinente preguntar sobre su lugar de residencia, la actividad económica de los padres y su nivel educativo; de estos datos se pueden sacar conclusiones sociológicas más útiles para analizar el acceso de los jóvenes a la educación superior.

Los estudiosos están de acuerdo en que las diferencias socioeconómicas no derivan de la etnia a la que un individuo supuestamente pertenece sino a otros factores, que en última instancia pueden resumirse en la geografía y en la cultura; esto es así porque todos tenemos las mismas capacidades, que se pueden malograr, por ejemplo, por dificultades alimenticias provenientes del medio (páramo…).

Estas reflexiones no pretenden asentar verdades apodícticas, sino tan solo hacer un llamado a la reflexión para evitar, entre otras consecuencias, la permanencia de un larvado racismo destructivo. De hecho, este cronista puede estar totalmente equivocado.