Periodismo cultural

Cada vez vemos menos espacios mediáticos para las artes y la cultura, a pesar de que todos los medios deben cumplir con un porcentaje para lo intercultural; pero esto no tiene que ver con una disposición legal ni de normativa, sino que responde a las tendencias de la masificación informativa entre las masas.

Muchos dirán que informar sobre los Oscar y el bofetón de Smith a Rock está dentro de la sección de Cultura y Espectáculos; con mucha razón la encasillan ahí, pero también es cierto que el periodismo cultural y de las artes debe responder a la proximidad de la comunidad, pues es tan lejano ese chirlazo magnificado que se opaca a la producción de artistas cercanos.

Los medios no están en su mejor momento económico y apostar por información especializada es una de las vertientes y formas de sustentabilidad que proponen los expertos y las consultoras mediáticas. Pero informar sobre cultura, artes y espectáculos ¿qué tan económicamente viable es? Mucho. Ahí está la mítica y legendaria publicación Variety, en EE. UU., donde el espectáculo se mezcla con la crítica seria.

Aquí en el país, los suplementos de prensa rosa mezclada con televisión y espectáculos no han muerto, sino miremos la vigencia de las Marian y demás “divas” de la farándula. ¿Y quiénes son los expertos en periodismo y crítica cultural desde los medios de comunicación? ¿Dónde están los espacios digitales especializados en literatura, cine, artes escénicas y música, que convoquen a lectores, cinéfilos, fanáticos de una u otra banda y motiven ir al teatro?

Seguimos en la fase de la crítica cultural en los medios, en donde los periodistas culturales emiten evangelios y hacen catequesis sobre un canon propio de lo bueno y lo malo de los artistas, ni siquiera de su arte, cuando lo que debemos hacer es informar sobre la producción artística y cultural, para que el receptor vaya, consuma y luego dé su veredicto.

La crítica cultural debe complementarse con la reportería cultural, con los datos sobre ese suceso informativo, es decir, debe expandirse y mezclarse con todos los géneros del periodismo para comprender un suceso y un producto artístico. Allí está el reto de los periodistas culturales, en comprender el entorno mediático y las nuevas formas de consumo sobre su temática, y dejar de hacer una crítica evangelizadora, que no genera nuevos públicos ni audiencias. Y si quieren ejercerla, pues dónde están sus canales digitales y sus varias formas de narrar.