Parque Aromático de Bellavista

Rosalía Arteaga Serrano

No sé ustedes, mis queridos lectores, pero la verdad es que estoy hastiada de todas las malas noticias. Por ello, el día de hoy, quiero llegar con un comentario sobre un tema que me ha emocionado y motivado profundamente. Se trata de un esfuerzo comunitario de las personas que viven en el tradicional barrio de Bellavista en la ciudad de Quito. Con el trabajo y la colaboración de muchos, se ha rescatado un espacio comunal para transformarlo en un lugar maravilloso, poblado de plantas, de hermosos montículos, de césped, en el que pueden compartir los adultos, los niños, los cachorros de las familias y encontrar ese solaz que es tan difícil de alcanzar en nuestros tiempos.

 Es un pequeño lugar del paraíso, en el que con mucho gusto se han conjugado los saberes de diversos moradores que tienen que ver con la selección y disposición de las plantas, los arbolitos que empiezan a insinuarse, los senderos cubiertos de material rojizo que contrastan con el verde del césped y de las plantas.

Se llama Parque Aromático y hace honor a su nombre, los diversos espacios o ‘islas’ están poblados de plantas de cedrón y de romero, de las largas hojas de las sábilas, de los higos, de las verbenas; todo ello dispuesto con gusto y esmero, lo que hace que sea un deleite el pasear por ese entorno tan especial que ha empezado a llamar la atención de las aves y los insectos que se benefician de este hábitat privilegiado en los tiempos actuales.

Este pasado domingo participamos de la ceremonia de inauguración del Parque Aromático. Hubo de todo, desde demostraciones de adiestramiento de canes hasta melodías bellamente interpretadas por la Orquesta Joven del Ecuador.

Pero lo más destacable fue ver a los moradores disfrutando del espacio, estableciendo relaciones de buena vecindad, en muchos casos conociéndose por primera vez y encontrando en este jardín o parque peculiar una razón para socializar y para compartir.