El sustento del feminismo y la identidad de género

Pablo Granja

Los estudiosos del feminismo consideran que una “primera ola” se evidenció desde el Renacimiento hasta cerca de la primera mitad del siglo XX. La “segunda ola”, que se organiza con fuerza la ubican a partir del “Mayo Francés” de 1968, en que la lucha por las  conquistas sociales del feminismo se redirigieron hacia la identidad de género y su aceptación legal; incorporando técnicas de publicidad, manipulación y consumo, conformando y atrayendo a grandes lobbies de enorme poder político y económico, con un gran soporte por parte de la ONU al declarar que “la igualdad de género no sólo es un derecho humano fundamental , sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible”, con lo que modifica el concepto clásico de que los derechos humanos son de las personas y no de una categoría sexual. En la Asamblea General de 1996 de este organismo, se insta a que todos los estados e instituciones supranacionales promuevan una política “activa y visible” de la perspectiva de género, asunto que está incorporado en las agencias como la UNICEF, UNESCO, OMS; y otras como Banco Mundial, FMI, Unión Europea, etc.

A esta campaña de cambio mundial se han unido grandes corporaciones multinacionales, fundaciones, medios de comunicación y farmacéuticas, entre las que se destacan: Open Society de George Soros, aportando unos 18.000 millones de dólares destinados a la ideología de género y control de la natalidad; entre las fundaciones están: Rockefeller, Ford, Bill & Melinda Gates. Algunos de los medios de comunicación que se han unido son: CNN, New York Times, Washington Post, CBS, Wall Street Journal, The Economist, la BBC, London Times, etc. Entre las cadenas de entretenimiento se encuentran HBO, Netflix, y hasta Disney que llegó a cambiar la naturaleza original de sus personajes de ficción para adaptarlos a la perspectiva de género.

Los lobbies clínicos y farmacéuticos se han empeñado en la desnaturalización del dimorfismo sexual, al cual consideran que debe ser desmantelado. Para lograrlo, financian centros como el “Transyouth Health and Development” en Los Ángeles, que alberga unos 700 niños y jóvenes para tratamientos transexuales, siendo el menor de los pacientes de ¡3 años de edad! Otros centros médicos están dirigiendo experimentos de trasplantes de útero para hombres que sintiéndose mujeres anhelan quedar embarazados. Fundaciones como la Human Rights Campaign, trabajan en las narrativas culturales de sexualidad sobre la base de la reproducción artificial del ser humano. Bajo el lema “Traspasa los límites”, la Arcus Foundation, la mayor ONG LGTBI+ del mundo, financia proyectos para incorporar a personas trans al deporte femenino. Otros gigantes financieros como Vanguard, que es el mayor accionista de Marqeta Inc., emisora de la tarjeta Visa, creó la tarjeta de crédito queer “Daylight” para vender procedimientos de gestación subrogada en la comunidad lésbica y gay; también para financiar los tratamientos de supresión hormonal de adolescentes que están en camino de transición.

Además del incalculable financiamiento y apoyo que sostiene a la agenda de la igualdad y de la identidad de género, están los vasos comunicantes de los extremos políticos resumido en un objetivo: el control de las masas. El Objetivo 5 de la Agenda 2030, diseñada por la élite económica mundial, coincide plenamente con los postulados del feminismo radical socialista y de los partidos progres de Occidente. “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y los niños”, es la consigna que encierra la destrucción de la familia por ser la institución que bloquea las arremetidas de quienes pretenden apropiarse de las conciencias para crear masas obedientes y sin valores. Axel Kaiser, lo explica de manera clara: “…el programa igualitarista, aunque se disfrace de libertad, necesariamente conducirá a la tiranía, específicamente a una tiranía de la igualdad en que las preferencias individuales serán cada vez menos toleradas”.