Mayor y mejor control

Pablo Escandón Montenegro

El reciente e infausto suceso que segó la vida de un joven en pleno microcentro de Quito a causa de una mampostería que se desprendió del elevadísimo cumbrero de uno de los edificios modernos, recién puso en alerta a la administración municipal acerca de la supervisión de las construcciones.

No es solo que la administración de la ciudad no realiza controles a las construcciones en proceso, sino que tampoco vigila que las edificaciones tengan adecuado mantenimiento y ofrezcan seguridad a sus habitantes y, por ende, no representen un peligro para los transeúntes o vehículos.

En Quito, el Colegio de Arquitectos tiene sus oficinas para aprobación de planos y supervisión de construcciones, pero son solo administrativos; no realizan una visita ‘in situ’, porque para ellos el plano es como una verdad última, que es así como se construirá.

Pero nada está más lejos de la realidad, pues todo constructor improvisado o profesional, chico o grande, termina haciendo modificaciones y, a final de cuentas, como ya no existe el depósito de construcción, no pierde ese dinero y no pasa nada.

Tanto es así que las construcciones pueden quedar en ese estado administrativo de por vida en el Municipio, pero la gente ya vive, ocupa, disfruta y modifica los espacios que, para esos arquitectos, en papeles, están bien y no hay ninguna alteración ni quebrantamiento a la norma, porque en el plano consta todo, aunque en la realidad no sea así.

La Ley de Propiedad Horizontal debe actualizarse, pues es obsoleta; beneficia a los constructores y perjudica a los copropietarios, ya que nunca ha habido una entrega oficial del bien inmueble y tampoco existe un seguimiento de cumplimiento a las constructoras. Todo es una cadena que ha quedado trunca y que cada municipio maneja a su conveniencia.

Es momento de que la Agencia de Control Metropolitano revise todas las licencias de construcción y verifique si lo que está lindo en planos es real y recibe mantenimiento, y hasta dónde llega la responsabilidad de los constructores, que endilgan a los copropietarios los errores de construcción que no están en los planos.