Feliz cumple, Gabo

Pablo Escandón Montenegro

El primer libro que leí de García Márquez fue nada menos que ‘Cien años de soledad’. Recuerdo que fue en vacaciones de cuarto a quinto curso. Mi padre había comprado la colección de los clásicos de la literatura de Oveja Negra. Tan solo hacía seis años le habían dado el Nobel de Literatura y me pareció un tipo muy divertido, pues en la foto del fascículo no estaba de frac para recibir el premio de manos del rey de Suecia. Además, estaba con un sombrero voltiao y mi papá dijo que él era el mejor escritor. Yo le pregunté si lo había leído y me dijo que no, que esta era el primer libro de él, pero que está convencido de que era el mejor.

Y no estuvo equivocado, en esas vacaciones, luego de jugar al fútbol por las mañanas, luego del almuerzo me sentaba en el sofá de la sala y me sumergía en las diferentes historias y personajes que se describían en ese tomo: me gustó mucho y me sorprendió cuando contó acerca de la matanza de los trabajadores de la plantación de frutas, y cómo el ferrocarril hería la vegetación con el chirriar de los rieles y el humo que se veía por sobre las ramas de plátano.

Luego de esas vacaciones macondianas, me dediqué a buscar más libros en las bibliotecas de mis amigos: así llegaron ‘Los cuentos de la mama Grande’, ‘La mala hora’, ‘El amor en los tiempos del cólera’ y ‘El general en su laberinto’, que en quinto curso nos hizo leer el padre Lahuerta, profesor de Literatura. Después en la universidad me compré toda la obra periodística, las crónicas, vinieron los ‘Doce cuentos peregrinos’ y ‘El coronel no tienen quien le escriba’, ‘Noticia de un secuestro’… pero siempre vuelvo sobre ‘Cien años de soledad’.

Hoy, en el cumpleaños 97 de García Márquez, se debería hacer la maratón de lectura de esta novela que junto con el Quijote nos enseña a escribir ficción, a partir de la realidad, pues ya lo dijo en su discurso de aceptación del Nobel: “…todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.

Feliz cumpleaños, al Gabo que cada día rejuvenece con un nuevo lector.