¿Otro Guarderas?

Salvatore Foti

Las más grandes obras de la actual alcaldía de Quito han sido dos: la puesta de una placa en el metro de Quito —como acto de auto consagración— y el caos vial ocasionado por las obras de repavimentación realizadas, justo al final de la administración, a la ‘maldita sea’.

Esta nefasta administración debería hacernos reflexionar sobre lo importante que será nuestro voto este 5 de febrero; no podemos permitirnos el lujo de volver a tener cuatro años de abandono. Por todo esto me preocupa lo que pueda ocurrir con la siguiente alcaldía.

Yunda es el más opcionado para ganar, pero podría volver pasar lo más absurdo e inesperado; aunque gane, podrían quitarle los derechos políticos y los ciudadanos veríamos como nuevamente  las autoridades dejan entrar por la ventana a otro candidato que se volvería , ‘sin querer queriendo’, burgomaestre.

Toda esta incertidumbre, además de ser injusta para la población, es muy sospechosa; no logro entender cómo se pudo alargar tanto el tema de elegibilidad o inelegibilidad  de Jorge Yunda. Hasta podríamos especular que se le dejó participar solo para que no vaya un candidato correísta a ganar la alcaldía de Quito.

A Yunda podían tranquilamente eliminarlo de las elecciones —como han hecho  con otros candidatos por razones mucho más frívolas—, pero no hubo voluntad política. Así que, si gana Yunda, a lo mejor  lo tendrían chantajeado y amenazado de ‘botarle’ del puesto si  no se alinea , como lo ha hecho Guarderas, a las voluntades que gobiernan.

Para todas estas y muchas más suspicacias da el análisis de las seccionales en Pichincha. Esto solo le quita  tranquilidad y transparencia, elementos imprescindibles en cualquier democracia, a lo que vendrá. Por ahora nadie duda de que no hay ninguna voluntad de meter las manos en las próximas seccionales, pero nos hubiese gustado llegar al 5 de febrero con todas las dudas despejadas, más aun tratándose de la elección a alcalde de la capital de la república.

Esperemos que no se trate de un peligro real del cual nadie quiere hablar. Pero si no estamos claros, pronto podríamos terminar otra vez con otro “Guarderas”.