Eduardo F. Naranjo C.
Las películas, libros y podcast ofrecen mensajes imbricados que exigen atención. El film de Nolan sobre el científico Oppenheimer describe actitudes vitales en situaciones críticas y verídicas. La duda del genio de la física teórica ante las consecuencias de su invento, que al final le acongojan y busca redención proponiendo el control de las armas atómicas, Truman no lo asume.
Einstein expresa su visión pacifista cuando Oppenheimer pide su ayuda, cruza la narración la oscura trama de Smith que lo pone frente a un jurado como traidor por sus relaciones con militantes comunistas. La traición, envidia, rencor de algunos científicos que colaboraron en el proyecto se manifiesta en el interrogatorio pero también hay amigos leales.
Guion muy logrado y actuación excelente, describe la vida intensa y complicada de este genio que coordina físicos experimentales y matemáticos para integrar un equipo que alcanza el doloroso éxito, que tiene hoy al mundo en vilo con la creación de las armas atómicas, cuya prueba inicial empezó en los Álamos hace casi 90 años.
El rechazo y odio al pensamiento contrario enciende el conflicto; lo hizo el macartismo en su momento acusando y persiguiendo inocentes. Hoy se perciben similitudes. La humanidad no logra superar las diferencias en creencias ideológicas; las pasiones se incendian, estamos dispuestos a destruir al otro si no piensa igual. Somos testigos de guerras de siglos que muestran la imposibilidad de armonía; es la distopía del poder que no cree en el humanismo. El film es un mensaje sugerente para no equivocar la historia nuevamente y, como la política está lejos de la verdad, siempre estaremos en riesgo.
Películas como esta ofrecen mensajes de intención válida, para un público confundido por ‘fakes publicitarios’ que ofrecen salvación que en realidad es lo contrario.