Odio y venganza

Pablo Granja

Durante la campaña presidencial anterior el partido de los diez años borrascosos presentó un candidato con propuestas innovadoras como la “minería inversa”; la amenaza de quedarse “20.. 50 años”; o sustituir al dólar por una moneda propia, entre otras cautivantes ofertas.

Mencionaba que su principal asesor sería el ex presidente, quien desde el exterior prometía “recuperar la justicia” léase: meter las manos en ella nuevamente– y regresar a vengarse de quienes enumeraba en videos de los que casi se salía de la pantalla. Así es su temperamento, lo demostró en unas 500 sabatinas desde donde el expresidente sembró con verdadera dedicación la semilla de la división y el odio. Los periodistas de La Posta agregaron que hubo 16 muertos alrededor de la protesta social; 15 víctimas de denunciantes de corrupción; el informe “Perseguidos Políticos Nunca Más” documentó 240 casos de persecución política, de los cuales, 57% fueron persecuciones penales; más de 2.000 agresiones a la prensa; 95 agresiones a mujeres en las sabatinas entre 2013 y 2015, mientras la Plataforma Nacional por los Derechos de la Mujer en su informe “Rafael Correa: 9 años de violencia contra la mujer” sostiene que fueron 180. Criminalizó la protesta política y buscó chivos expiatorios en los “10 de Luluncoto”, apresados por estar escuchando música protesta bajo la impasible mirada del Ché. Agredió a los indígenas a quienes advirtió que si marchaban hacia Quito sería para limpiar las casas de sus habitantes. Anunció la eliminación del 80% de las empresas familiares; o sea, las que juntan los ahorros entre parientes jubilados que se arriesgan para buscar un mejor futuro.

En el libro “El Cuentero de Carondelet”, el argentino Nicolás Márquez describe el comportamiento del expresidente Correa: niega sus posibles errores y no acepta sus limitaciones; 2. Muestra una autoestima exagerada; 3. Su atención no responde a estímulos externos, si no a sus propias necesidades; 4. Descalifica las opiniones ajenas y no escucha a nadie; 5. Es rígido en sus ideas y percibe cualquier crítica como una amenaza; 6.- Su abuso verbal es contradecir, humillar, amenazar e insultar; 7.- Pierde el control sobre lo que dice o lo que hace; 8.- Tiene trastornos narcisistas en su personalidad; 9.- Presenta comportamientos arrogantes o soberbios; 10. Está siempre alerta para destruir a cualquier rival.

En la actual campaña no hay mayores cambios: todos ellos siguen declarando su amor por la Venezuela de Maduro. La novedad es que se han inventado el ‘ecuadólar’, que significa que “los dólares de a de veras” solo los manejará el gobierno, mientras a los ciudadanos entregarán una cuenta digital con esta nueva moneda que tendrá validez únicamente dentro de las fronteras patrias. Esta es una mojigata forma de encubrir lo que sería una auténtica incautación de divisas y de desdolarizar la economía. La partitura del siglo XXI sigue vigente, y el economista Correa repite el estribillo de que los pobres cuando dejan de serlo se contagian de las malas costumbres de la clase media; y en un reciente video de campaña vuelve a amenazar que regresará a ejercer “su venganza personal”, mientras el binomio a su lado se mantiene en reverencial silencio.

Ahora la mayoría de la gente aspira a un gobernante que no haya participado en contratos con sobreprecios; que respete la libertad de expresión y no la persiga; que combata la delincuencia de las calles y la de los escritorios, con firmeza pero sin violencia; un gobernante que hable de justicia y no de venganza; que sea valiente pero sin odio. Queremos un gobernante que represente a la gente buena.