No hay peor astilla que la de un mismo palo

José Alvear

Nuestra realidad parece salida de una novela de terror y drama. Novela de corrupción, estructuras organizadas y robo, con dos protagonistas principales: Carlos Pareja Yanuzelli conocido como ‘Capaya’ y el correísmo encabezado por el expresidente sentenciado y prófugo de la justicia, Rafael Correa, además de su pandilla.

Vamos desde el inicio. Capaya no es víctima, aunque algunos ya quieren pintarlo así. Cayó por haber delatado a quienes obedecía y con quienes conspiraba. No tenía mayor opción.

Para tirar abajo el bizarro discurso de los farsantes “sociolistos”, de las mentes lúcidas, corazones ardientes y manos limpias, Pareja Yannuzzelli, enfocó parte de su comparecencia ante la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional, en los contratos de preventa petrolera que firmó Petroecuador con las empresas estatales asiáticas Petrochina, Unipec y Petrotailandia. Sin filtros contó que la novela inició en 2016, cuando asumió la cartera de Hidrocarburos. Pareja Yanuzelli dijo haber recibido una llamada del ‘compañerito’ Rafael Correa para que autorizara un contrato de preventa de $10.000 millones por unos 181 millones de barriles de crudo. De acuerdo con las mismas declaraciones, fue Pedro Merizalde, el entonces gerente de Petroecuador, quien firmó la operación. El Procurador de Petroecuador era quien estaba a cargo de la aprobación de los contratos, supuesto hombre de confianza del entonces secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera. Capaya aseguró que, tanto Correa como el exvicepresidente, Jorge Glas; el excontralor, Carlos Pólit; y el exfiscal, Galo Chiriboga, eran no solamente conscientes, sino partícipes activos del perverso esquema delincuencial que establecieron.

Los socialistas, siempre fieles a su esencia de las mentes macabras, el corazón indolente y las manos llenas de corrupción, endeudaron al país a cambio de su tranquilidad económica personal. “Prohibido olvidar” que fue Correa quien duplicó el endeudamiento de Ecuador (hasta el 45% del PIB), dejó el país en crecimiento económico negativo (–1,2%), con un elevado déficit público (6,7%) y con el mayor paro desde la recesión internacional de 2008 (5,2%). Sin embargo, ahora sus expertos en propaganda y cracks del marketing político, quieren volver a engañar al país a través del corazón de los más humildes y con la mentira de que “son perseguidos” por ser los abanderados de lo que falsamente aseguran que es una supuesta “justicia social”.

Esta novela de enriquecimiento ilícito, corrupción, estructuras organizadas de los sociolistos, está lejos de terminar y es una muestra más de que el sistema actual y la administración pública tienen problemas letales. Los ecuatorianos exigimos un cambio. Liberemos a nuestra pobre y apaleada patria de estos parásitos, acostumbrados a enriquecerse gracias a nosotros y a nuestro trabajo honesto. Seamos inflexibles, pero también inteligentes con quienes, so pretexto de esta guerra contra la corrupción, tienen una agenda política clara y son inexpertos en el manejo de los verdaderos problemas del Ecuador.

No hay peor astilla que la de la madera de un mismo palo. Se dice que no hay nadie tan peligroso como aquel que por haber sido amigo o allegado, conoce al dedillo nuestras debilidades.