Mentes rígidas o flexibles

Rodrigo Contero Peñafiel

Una mente rígida es más propensa a sufrir todo tipo de trastornos psicológicos. Sus actuaciones siempre serán negativas, impositivas, y no están capacitadas para cambiar de opinión; en muchas familias, colegios, universidades o naciones, siempre existen intolerantes y dogmáticos que tratan de influir en el pensamiento de los demás. Una mente flexible practica un estilo de vida diferente, sano, que permite adaptarse a las presiones del medio y la sociedad, genera cambios constructivos mejorando la calidad de vida de sí mismos y de su entorno.

Una mente cerrada es un problema para la sociedad. Vive anclada al pasado, no progresa y la rigidez psicológica en la que vegeta le provoca sufrimiento, estrés, depresión, ansiedad, hostilidad y sumisión, mientras gusta de la violencia individual y colectiva. Es incomprensible como muchos avalan el dogmatismo y el fundamentalismo como forma de vida. Una persona con un pensamiento flexible admite las nuevas experiencias, no teme la controversia, acepta la crítica, reconoce el error y lo corrige, no necesita de solemnidades ni eventos forzados, no es obediente ni irracional, no practica el prejuicio, sabe pensar con profundidad sin ser complicado, rechaza toda forma de autoritarismo y practica la democracia.

La vida nunca se detiene, está en constante cambio. Por ello, los seres humanos tenemos dos opciones: estancarnos en el ayer con la rigidez del pensamiento o buscar nuevas y fundamentadas formas de vivir y pensar. Muchas personas prefieren la comodidad del pasado, se niegan a cualquier posibilidad de cambio, ostentan lo adquirido con engaños, fraude o cualquier forma de corrupción; mientras otras prefieren la tranquilidad de la mente, la satisfacción personal y colectiva y el fortalecimiento del ‘yo’ como un factor de protección mental, biológico y social.

Ser flexibles es una virtud que nos permite liberarnos de dogmas y mandatos de tendencia paranoide, de gobernantes irracionales que han sometido a sus pueblos y cuyo pasado los condena. Las buenas relaciones interpersonales permiten una vida más tranquila, puesto que nada está resuelto y podemos ser jueces de nuestra propia conciencia.