Lula creyó que la tenía fácil

Ugo Stornaiolo

Los sondeos hablaban de una aplastante victoria de Lula, con más del 50% de los votos y en una sola vuelta. Lo ocurrido demuestra que las encuestas se siguen equivocando en Sudamérica. Ganó el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), pero pocos esperaban la buena performance del criticado presidente derechista Jair Bolsonaro.

Todo prevé que Lula, expresidiario acusado por los escándalos de corrupción que involucraron a sus gobiernos y al de la defenestrada Dilma Roussef, pueda alzarse con la victoria en la segunda vuelta, pero también que no la tendrá fácil ante un oponente que demuestra, pese a los ataques en su contra, que tiene mucho más que ofrecer en esta pelea.

Ninguna encuestadora pudo predecir el caudal de votos del actual mandatario y de algunos de los más polémicos candidatos de su tendencia en el Senado y el Congreso: Damares Alvez (una radical anti-género), Eduardo Pazuello (exministro de Salud opuesto a las vacunas en la pandemia) y Ricardo Salles (enemigo del ambientalismo y causante, con sus políticas, de deforestar la Amazonía). Si llegaron, eso demuestra que los votantes latinoamericanos deciden frente a la urna, lo que es todo un enigma para los estudiosos del fenómeno político.

Pero, el caso que más llama la atención es el del exjuez Sergio Moro, quien como ministro de Justicia de Bolsonaro, luego de ser el fiscal que inició las indagaciones de la operación Java Lato y llevar a prisión a Lula, fue electo senador por el estado de Paraná. Hay otros ejemplos: el exvicepresidente y ahora congresista electo, Hamilton Mourão, célebre por culpar al periodista inglés Don Phillips y al ambientalista Bruno Pereira de entrometerse en negocios ilegales del contrabando en la región amazónica.

A esos logros el mandatario añadió triunfos en primera vuelta de muchos de sus candidatos a gobernadores en estados como Brasilia, Paraná o Río de Janeiro. Lula solo captó cinco gobernaciones. Habrá confrontación en caso de triunfo del exmandatario, pues tendrá oposición en el Legislativo y el Senado, en donde Bolsonaro agregó ocho senadores más a los que tenía.

Igual que en otros países, en Brasil se ha dado una polarización que demuestra que, pese a la ola progresista que avanza en la región, en todos los países existe gente dispuesta a defender ideas como las de Bolsonaro, a quien le ayudan sus cifras económicas y el haber reducido la inflación. Será complicado para Lula y el PT quitarse el sambenito de ser un partido corrupto, porque para gobernar no basta con creer, sino que les crean.