Los políticos se creen muy listos

Rodrigo Contero Peñafiel

Los políticos actuales están siendo preparados y asesorados para hacer presencia mediática con el propósito de que hablen con seguridad y soltura sobre cualquier tema, durante períodos amplios de tiempo sin decir nada importante; o peor aún, diciendo cosas sencillamente estúpidas. Lo más lógico sería que las personas más inteligentes y capaces sean las encargadas de dirigir la administración del país y no como ha venido sucediendo, que las personas más inconscientes, inseguras y sin criterio alguno han hecho que la gente pierda la confianza en la democracia.

El debate público está desastrosamente sesgado por esta incongruencia en la política ecuatoriana. La salud, el cambio climático, los desastres naturales, la minería legal, la explotación petrolera, la agroindustria y más mecanismos para reforzar la convivencia nacional y la economía se han visto relegados por las diatribas apasionadas de individuos con opiniones personales infundadas y que no han podido dar explicaciones científicas y objetivas para demostrar sus conocimientos y equilibrio emocional en el campo de la administración pública.

Las personas normales recurren a expertos y entendidos en los diferentes temas económicos y admirativos, para informarse y buscar apoyo en sus opiniones, creencias o culturas de la cosa pública. Estos casos se dan con poca frecuencia en la política ecuatoriana, lo que hace se constituya en un problema general; hay ejemplos de personajes políticos que están enamorados de su propia voz y creen que todos los quieren oír y por eso están en capacidad de cobrar -legal o ilegalmente- grandes sumas de dinero para acrecentar su fortuna y la de sus allegados.

Estos patrones de conducta que se presentan en la política nacional se deben a la falta de comprensión y entendimiento, por la ausencia de conciencia de algo que, como una oportunidad, se les presenta para mejorar social y personalmente ante la ausencia de buenas conductas. Lamentablemente, pueden seguir comprendiendo perfectamente lo que otras personas les dicen, pero son incapaces de producir la más mínima comunicación coherente de su parte puesto que les es imposible el razonamiento.