Me ‘plaquearon’

Lorena Ballesteros

Se me heló la sangre cuando ingresé al SRI en línea y descubrí que mi vehículo ya no estaba registrado a mi nombre. Es decir que, virtualmente, ¡me lo habían robado! Digo, virtualmente, porque mientras corroboraba esta información, mi automóvil seguía estacionado en el garaje del edificio en donde vivo. Mientras las lágrimas me corrían por las mejillas, paralizada por la impotencia, un amigo cercano me decía al teléfono: “te clonaron la placa”. Ahora, días después del fatal descubrimiento, me he enterado de que estas estafas propiciadas en distintos GADs del país tienen varios nombres como: “te plaquearon”, “te gemelearon”. Todo depende su alcance.

Pero, vamos más atrás con mi historia para que puedan entender lo sucedido. Como todos los años, en los primeros días de febrero, inicié el trámite de matriculación vehicular. Generé las órdenes de pago de Revisión Técnica Vehicular, impuesto al rodaje y multa por infracción por mal estacionado. Hasta ahí, todo bien. El vehículo pasó la revisión, le pusieron el sticker y ¡listo! Esperé que llegara la quincena para financiar con tarjeta de crédito la tasa de la matrícula y el impuesto de la Prefectura de Pichincha. Una vez registrados esos pagos abrí el formulario para realizar la matriculación en línea.

Cuál fue mi sorpresa cuando, al día siguiente de llenar el formulario, recibí un mail de la AMT explicándome que no se pudo completar la matriculación porque tengo infracciones de tránsito pendientes. Adjunto al correo estaba una foto con el detalle de tres infracciones que sumaban 211 dólares. ¡Quise maldecir a los cuatro vientos! ¿Cómo que multas pendientes? Si yo había cancelado todo y allí aparecía un detalle de multas de 2021, 2022 y 2023. Inmediatamente pedí información a la AMT. Me confirmaron que el vehículo no tenía multas, pero el propietario sí las tenía. Perpleja, alcancé a decir: ¡pero si la propietaria soy yo! Pues no, mi placa estaba registrada a otro nombre. Y, de hecho, esa persona había solicitado un duplicado de matrícula en el GAD de Balzar, Guayas. Pero, previamente a eso, otro ciudadano había realizado el traspaso de dominio en Las Naves, Bolívar.

Sí, así como lo leen. Ni mi carro, ni yo, hemos puesto un pie en estas ciudades. Y, sin embargo, un individuo utilizó mi información, falseó mis papeles, consiguió firmas “legales” y le entregó el título de propiedad de mi vehículo a una tercera persona.

Esto evidencia que el sistema de matriculación en Ecuador ha propiciado una mafia de alto vuelo. Y no entiendo si las instituciones se hacen de la vista gorda o son cómplices de estos delitos. Ustedes decidan. Lo cierto es que mi caso es uno de miles. Y con cada testimonio que recojo de las víctimas, pienso, ¿y ahora quién podrá ayudarnos?