La ética y la moral en crisis

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Rodrigo Contero Peñafiel

Las ideologías radicales y por conveniencia a los intereses individuales buscan desculturizar a la gente para imponer dogmas o doctrinas totalitarias para terminar con la ética y la moral de las personas; el pretexto es terminar con la burguesía y la propiedad privada y donde la única clase que domine sea la de los trabajadores con dirigentes eternos y traumatizados que perduran en el poder, igual que sus ídolos.

El totalitarismo termina con la motivación personal y social de los pueblos, impulsando el sectarismo como campaña independentista y proponiendo una historia y cultura propias, afirman que un país alcanzará su máximo desarrollo cultural, social y económico únicamente cuando se hayan liberado de los gobiernos conservadores que miran únicamente los intereses de su clase y grupos empresariales. La finalidad es terminar con la ética y la moral de la gente aduciendo haber perdido la libertad y ser engañados en sus formas de gobierno.

Muchas personas emprendedoras y con actitud democrática se vuelven permisivas mientras no se afecten sus intereses, o sean tomados en cuenta en la administración de los gobiernos autoritarios; otras se cruzan de brazos, se vuelven indiferentes o se acogen al silencio, sin pensar que lo único que han hecho es perder su autoestima y su dignidad como personas humanas. Otros caudillos de ideología populista faltos de cultura, conocimientos y personalidad gobiernan y destruyen sus países acrecentando la pobreza. Ecuador no ha estado ausente de esta corriente socialista destructora, que le ha obligado a decretar la muerte cruzada y se han adelantado las elecciones para corregir tanta ineficacia.

Cuando la conducta humana se deforma ética y moralmente, el fraccionamiento político alimenta las conveniencias personales, la corrupción se expande, los sometidos callan ante prebendas administrativas o cualquier cosa que llegue a satisfacer sus ambiciones. El Estado fallido que vive nuestro país permite identificar a los escondidos, huidos, sometidos, autoexiliados que sin vergüenza alguna participan en la política ecuatoriana ante la vista y paciencia de la justicia y autoridades “competentes” que lo permiten.