La Edad del Estiércol

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Carlos Freile

Tomo esta expresión del conocido ensayista mexicano Alfonso Reyes para aplicarla a nuestra época en el Ecuador. A ello me ha llevado el espectáculo representado por diversos políticos a raíz del asesinato de una señora. La utilización de los muertos para fines personales no siempre honestos ha sido frecuente en la Historia de la Humanidad y en la Literatura; recordemos el discurso de Marco Antonio junto al cadáver de Julio César en la tragedia de Shakespeare. El ambiente de estercolero se da también por la puesta en escena del supuesto duelo, con manifestaciones de reinvindicaciones políticas y electoleras y no de sentido dolor.

También expelen un repelente olor a letrina los intentos de sacar provecho económico, y político, no faltaba más, de muertes trágicas ocurridas bajo la responsabilidad oculta de quienes buscan medrar por ellas; tal el caso de las víctimas de los actos subversivos de octubre 2019 y junio 2022. Aquí el mal olor aumenta por la dosis de cinismo que acompaña a estas reinvindicaciones revolucionarias.

‘Edad del Estiércol’ resulta la mejor descripción de nuestro entorno cultural, no solo por la necrofilia politiquera, sino por un sinnúmero de hechos denigrantes, contrarios a la mínima limpieza moral. No me refiero solamente a diversos actos de violencia delicuencial, sino a las actitudes de asambleistas y activistas, de árbitros y jugadores, de estudiantes y ejecutivos… Si “algo olía a podrido en Dinamarca”, todo huele a excremento en el Ecuador; seré generoso: “casi todo”, pues todavía podemos encontrarnos con personas honestas de vida limpia, no necesitadas de toneladas de jabón para erradicar malos olores.

Esos malos olores que emanan de quienes roban sin recato y de sus cómplices y encubridores enquistados en la política y en la judicatura; emanan también de los comerciantes sin escrúpulos vendedores de bienes dañados; de quienes no pagan sus deudas ni cumplen sus contratos; de estudiantes tramposos y docentes chantajistas; de historiadores y periodistas sin memoria o con memoria selectiva, con un triste etcétera.