La culpa es del Gobierno

El tema de las protestas es bastante sencillo de entender. Las protestas se dan cuando un gobierno es malo —y este Gobierno es bastante malo—.

En los hospitales faltan los insumos más elementales; en las cárceles hay masacres y mandan los grupos criminales; la seguridad ciudadana simplemente no existe y hasta los niños y los jóvenes ya son víctimas directas o indirectas de robos, asaltos y hasta de sicariato. Las instituciones no sirven, pues los servicios más elementales están a la buena de Dios y hasta hay terrorismo atenuado, con bombas a lo largo y ancho del país.

Esto es lo que vemos los ciudadanos, pero esto es lo que quieren ignorar los que nos gobiernan. Por si esto fuera poco, los precios de la gasolina y de los productos básicos siguen subiendo, afectando a toda la población.

Por todo esto se protesta, más no para desestabilizar. Si, por último, alguien quisiera aprovecharse de la coyuntura para deshacerse del Ejecutivo, este sería un tema político que queda en las manos de Lasso, no de la gente que necesita de soluciones a sus problemas.

Que pena que hoy la culpa sea de la Conaie, ayer de Correa y más adelante de los golpistas imaginarios, que se siga sistemáticamente haciendo caso omiso a las necesidades de la gente. Hoy el Gobierno depende  de sí mismo y de sus decisiones; depende de las políticas públicas y sociales que tanta falta le hacen al país.

Moreno logró resistir a las protestas y al descontento popular solo gracias al COVID-19 y al confinamiento, pero esta vez no habrá excusa que salve a este o a cualquier Ejecutivo de la frustración popular. El Presidente no puede pretender que la gente aguante tres años más de desgobierno y falta de toma de decisiones.

Hoy, lo más justo es reconocer los errores y rectificar, dándole paz y tranquilidad al país con políticas y medidas urgentes que proporcionen prosperidad y confianza, tal como lo prometió en campaña: ni más ni menos. Todo lo demás es apenas palabrería y seguir ignorando a una población que en su gran mayoría hoy se siente indignada y engañada por este Gobierno.

Los gobiernos caen por culpa de ellos mismos, no de las protestas —que son solo el reflejo del malestar de toda una población—.