Somos ciudadanos, no cajeros automáticos

José Alvear

Una guerra es costosa. Es nuestro deber ciudadano apoyar la mano dura contra los delincuentes, los terroristas y quienes amenazan al país. Por ello, en este artículo abordaremos algunas alternativas para financiar la guerra interna que hoy vive el Ecuador, sin golpear los bolsillos de los ciudadanos. Aunque la enorme factura la debería pagar la clase política, cuyos miembros han ostentado el poder y nos han traído a este punto con su incompetencia, inmoralidad y corrupción.

Aplaudimos la determinación con la que el gobierno de Daniel Noboa actuó al declarar la guerra interna en el Ecuador y con ello convertir en objetivo militar a 22 bandas delictivas catalogadas como terroristas. ¡Ya era hora! Los anteriores gobiernos no supieron cómo hacerlo, pactaron con los delincuentes, o no tuvieron la decisión política para actuar.

Hoy, el reto es encontrar fuentes para financiar la guerra que según fuentes oficiales nos cuesta $1020 millones de dólares. Sin embargo, ya apareció ‘la vieja confiable’ para quienes están en el poder: aumentar el impuesto al valor agregado, IVA, y con ello golpear económicamente a todos los ciudadanos. Esto, aunque durante la campaña Noboa aseguró que no elevaría los impuestos.

Para conseguir los recursos necesarios, el gobierno de turno debe actuar con la misma inflexibilidad con la que enfrentó exitosamente al terrorismo y reducir de manera programada, pero no negociable el aparato estatal. Con ello, cada año, se podría ahorrar unos $2000 millones de dólares en burocracia. Además, hay que eliminar la corrupción en la contratación pública; esto ahorraría otros $1000 millones de dólares.

Adicionalmente es importante trabajar en la eliminación de subsidios, esa pesadilla que significa que el Estado cubre una parte del costo y a nosotros los ciudadanos nos traslada un pago mínimo. Lo que se logra con este subsidio es aumentar el déficit fiscal. Es fundamental trabajar en un plan real para la transición de combustibles líquidos al gas natural, mucho más económico, un 50% más barato que el diésel importado. Así ahorraríamos $3000 millones más al año.

Presidente, recuerde que la austeridad es necesaria para poder salir adelante. Dejemos de enfocarnos en medidas ‘parche’ para apagar incendios. Un país quebrado necesita políticas de Estado claras y a largo plazo que seduzcan ese capital que hoy nos hace falta como país para salir en dirección hacia la prosperidad y la generación de empleo. ¡Menos Estado y más libertad!