Cárceles privadas: sin secretos ni negocios sucios

José Alvear

Las cárceles en Ecuador son un fracaso. Hemos vivido, durante los últimos años, entre la violencia y el miedo. Estamos cansados de que el Estado nos robe y nos mienta, de que los delincuentes se nos rían en la cara y de que las cárceles sean un paraíso para los criminales y un infierno para los inocentes, quienes estamos afuera.

El Estado ha demostrado que no sabe manejarlas. Por años las ha dejado en manos de las mafias, que hacen lo que quieren adentro y manejan el crimen afuera de la prisión. Además extorsionan a los presos que no son parte de sus grupos delincuenciales, los violan y los matan. El Estado no hace nada. No da seguridad, ni justicia, ni rehabilitación. Solo nos cobra impuestos, genera corrupción y burocracia inútil.

La intervención de los militares en las prisiones nos dio un respiro. Se ha logrado controlar la violencia y a los delincuentes, pero esto es temporal, por eso la solución a este problema no es seguir manteniendo estas cárceles podridas y corruptas, ni seguir pagando guías ineptos y cómplices. Ni seguir alimentando a estos parásitos que viven del Estado. La solución es privatizarlas. Dejar que el privado se encargue de ellas.

Así se ahorraría dinero del Estado que solo tendrían que pagar una tarifa anual a las empresas, según sus resultados y mejoraría el servicio y la seguridad. Con disciplina. Las empresas pondrían orden en las cárceles.  No habría más abusos ni impunidad y se aumentaría la transparencia y la responsabilidad. Las empresas estarían sujetas a evaluaciones externas. Se les acaban los negocios sucios. 

Privatizar las cárceles ayudaría a recuperar el control del país. Sobre todo ahora que estamos en momentos de una difícil lucha contra las mafias. Tomar esta acción beneficiaría a todos los ecuatorianos.