Inexorable destino

Pasamos por todo en los últimos ciento veinte años: dictaduras civiles y militares, presidentes de diverso calibre; algunos lograron dar pasos adelante, pero de Alfaro para acá, pocos cambios sustanciales en la construcción nacional.

La implantación de un modelo económico que hace ricos a pocos y estandariza al resto, sumada la casi nula institucionalidad, nos llevará a escenarios poco predecibles; el desmantelamiento del Estado como prestador de servicios para dar margen al sector privado no es solución.

Hay falta total de liderazgo político. En un país donde la parcialidad de la Justicia no garantiza nada y la corrupción se filtra por todo lado, no habrá progreso económico ni social. Las corporaciones hablan de “competitividad” y sugieren salarios al límite de la sobrevivencia.

Constituimos un grupo humano fragmentado. No tenemos un marco aglutinador. Vamos por sendero peligroso, sin  liderazgos válidos. Solo hay creaciones mediáticas que han puesto como presidentes a una variedad de personas con diferentes intenciones, sin equipos probados y honestos. Esto ha ocasionado gobernanzas incoherentes que no han logrado consolidar la institucionalidad. Son tiempos perdidos de la Historia, cuando la rueda del tiempo apremia.

Recuperar la economía desmantelando servicios estatales rentables a favor de privados no es solución. Enfrentamos esta discusión durante 35 años. Los necios ortodoxos insisten,  sin aceptar que su modelo caducó. ¿Podrá la empresa privada generar suficientes puestos de trabajo, con remuneraciones dignas?

El Estado crea empleo con la obra pública y los servicios sociales. Lo hizo USA después de la Segunda Guerra Mundial y lo está haciendo ahora nuevamente. Es la única forma de crear trabajo rápidamente. Aquí pretenden lo contrario. La inversión estatal en 2015 fue de quince mil millones de dólares; este año cae a la sexta parte, forzando escenarios de riesgo.