Finalizó el paro… ¿victoria pírrica?

Prefiero resultar grosero por el camino de la franqueza,

Que hipócrita por el de la cortesía. Organicémonos… nos

estamos quedando sin república.

QH Francisco Huerta Montalvo (+)

Como todo el mundo habla del paro, yo también voy a meter mi vela en este entierro, en que aparte de muertes ha habido agonías y resurrecciones. Como ocurre en toda guerra, y este paro casi lo es, la primera víctima fue la Verdad. Hay victorias que no lo parecen por su alto costo. O sea, termina en una “victoria pírrica”, que se refiere al triunfo menos exitoso del rey Pirro (318 – 272 a. C.), que en la Batalla de Ásculo venció a los romanos a un costo tan alto que le hizo exclamar: “Otra victoria como ésta, y tendré que volver a casa solo”.

 Es arriesgado ensayar una conclusión. Se requiere ser imparcial para no quedar como el presidente de la Asamblea, que fue mediador en la mañana y golpista en la tarde. O como la señora Elsie Monge, también dizque mediadora, que vio como provocación la escolta de unos tanqueros de combustible realizada por un convoy de soldados desarmados, para justificar la masacre perpetrada por sus protegidos. O callando cuando sus defendidos destruyeron el quiosco de la humilde vendedora, que a lo largo de 30 años había salido ilesa de todas las variopintas manifestaciones efectuadas frente a la Asamblea. Luego de muerta, la imparcialidad ya no resucita. Otra de las desinformaciones que circuló fue pedir que “paren la violencia”, cuando recién empezaban a desempolvar las bombas lacrimógenas en los rastrillos policiales. Así como inculpar a la Policía la lamentable muerte de varias personas que cayeron víctimas de municiones que no son de su dotación.

Casi todos sufrimos las pérdidas, excluyendo a los asalariados de octubre de 2019, que resucitaron para ganarse un billete, con sánduche incluido; o sea, como era en las sabatinas, pero esta vez con garrotes en las manos. Perdieron los financistas de la conspiración, cuyo rastro fue evidente en las calles, y, se escuchó decir, que merodearon por los pasillos legislativos, en su intento de derrocar al presidente. Hubo otros daños perversamente ocasionados: la explotación del racismo y la lucha de clases, así como la resurrección del regionalismo.

El presidente Lasso salió bien de la intentona parlamentaria gracias a la consecuencia democrática de dos partidos con los que había marcado distancias. Evitó desbordes de violencia con una estrategia difícil de entender. Conjugó el desgaste político con el fervor cívico ciudadano. Ganará cuando enfoque su mirada hacia adentro y haga las rectificaciones reconocidas por su propio equipo.

La entusiasta despedida del señor Iza marca la consolidación del liderazgo entre su pueblo, pero queda grabada de manera indeleble en la memoria los daños, la violencia y la agonía experimentada por la población por el desabastecimiento que ocasionaron sus 18 días de estadía en Quito, que desvirtúan los reclamos, por justos que sean. Deja heridas abiertas que no se borran con el cierre moderado de su discurso final. Quien cree en la guerra como un fin para alcanzar el poder, no puede proponer la paz como un medio. Esta es otra mentira.

Desde el jueves pasado, las ciudades empiezan a recobrar su ritmo. Los soldados han vuelto a sus cuarteles y los policías a su oficio. Su actuación firme y serena contribuyó a salvar la democracia, evitando que el fin del paro, siendo tremendamente grave y costoso, se convierta en una victoria pírrica.