Los ideales no se pierden

Fabián Cueva Jiménez

Cada persona tiene una capacidad diferente para enfrentar las dificultades. Lo ocurrido en el país durante esta semana fue y es grave; pero, si dicen que la vida es un 10% de lo que nos sucede y un 90% de como reaccionamos, esta es nuestra respuesta, siguiendo con nuestras convicciones a pesar de la esperada e increíble crisis.

Desearía para iniciar, que en la consulta se incorpore: ¿Está Ud. de acuerdo que a los ecuatorianos se les proporcione una educación de calidad, como parte ineludible del deber del Estado, para impulsar una vida democrática con justicia, honestidad, seguridad y prosperidad, como bases para construir un mejor país, dotando de insumos económicos adecuados para infraestructura, equipamiento y capacitación a maestros, de conformidad con el art. 26 de la Constitución del Estado?

Pregunta como otras, obvia y con igual respuesta, que no nos distrae y hasta nos facilita el retomar nuestra temática educativa pendiente en el artículo “Radical o la pasión por educar”.

Hoy, opinamos sobre los cambios revolucionarios en la educación mundial que inciden en la nuestra. Andrés Oppenheimer en ‘Sálvese quien pueda’, dice que a futuro será más divertida, didáctica y eficaz, que estará a cargo de una máquina de 35 cm que camina, habla, enseña, juega, responde a toda pregunta y que pronto estará en aulas y hogares, ya como tutores  con paciencia ilimitada o con la capacidad para medir el progreso de sus estudiantes sin aplicar exámenes o haciendo del proceso de enseñar y aprender “ un juego y no una tortura”, destacando siempre la importancia del apoyo  y contribución eficiente de los buscadores: Google, YouTube, Siri.

Pero, el periodista también reconoce que estos nuevos profesores, los robots, por su naturaleza no podrán ser: motivadores, consejeros, guías, terapeutas personales, lo que, según él, les impedirá igualar a los ‘maestros humanos’. De esta afirmación y partiendo de su hipotética y no incierta llegada, estamos en la obligación de no detenernos, tratar de un cambio del perfil docente actual con otras características, producto de un mundo que está más conectado tecnológicamente, pero con niños y jóvenes más aislados y abandonados.

 Y es que, si la educación que debió comenzar hoy, se inició ayer, por los cambios en procesos e inclusive de escenarios, que ya no sólo son en aulas y con horarios definidos, para transformarse en personalizados y autodirigidos, obliga a que el maestro, trabajador pedagógico aún con modelos tradicionales, incorpore y use los elementos de la realidad virtual para una enseñanza más activa, con otros: objetivos, contenidos, medios, metodologías y evaluación.

Sin duda, si el actor clave e irreemplazable de la educación es el profesor, es quien debe ser el mayor poseedor de nuevos saberes, que con además enseñanza y ejemplo práctico de valores sea capaz de dirigir a sus alumnos hacia el ejercicio de una nueva ciudadanía, la de convivencia social armónica tan necesaria para aplacar a la convulsionada sociedad ecuatoriana de estos últimos años y días.

Hoy requerimos de verdaderos profesionales de la docencia: académicos, facilitadores, orientadores, lectores, investigadores, críticos, honestos, innovadores, creativos, expertos en el manejo de herramientas técnicas y de tecnología digital, comunicadores afectivos, líderes de trabajo en equipo, empáticos, con habilidades interpersonales para actuar y enseñar.

Éstos son nuestros permanentes ideales, deberían ser de todos, lo último sería, perderlos.