Es un monstruo y se llama depresión

Por Lorena Ballesteros

Hay un monstruo en el clóset. Otro debajo de la cama. También uno que se mueve entre las cortinas, cada vez que apagas la luz. Esos son los que aparecen en la infancia y que muchas veces desestimamos. Pero, si son recurrentes y prolongados, pueden llegar a vivir en nuestra mente y tomar control de nuestras acciones. El problema es que, cuando se instala, difícilmente se irá con solo encender la luz.

Según la Organización Mundial de la Salud, 300 millones de personas en el mundo viven con depresión. Pero, la mayoría de ellas, la padece en el más profundo de los silencios. Es un tema tabú y del cual poca gente está dispuesta a hablar. Este monstruo se alimenta de miedos, inseguridades, de desajustes hormonales, de traumas, de agresiones físicas o verbales… Su hambre es voraz e insaciable; difícilmente se puede tratar con buena voluntad y disposición.

Mientras crece te quita el sueño, hace que te despiertes agitado, nervioso, vulnerable. Por las mañanas impide que te levantes con ganas y promueve que inventes excusas para no dejar la cama o la casa. Reduce el apetito o lo incrementa de manera compulsiva. Te habla al oído y te dice que no eres suficiente.

La sociedad confunde la depresión con la tristeza. “Qué depresión ver las noticias sobre la inundación”, “terminé de ver esa serie y caí en depresión”, “mi novio no me ha escrito ahora, estoy deprimida”. Todas esas afirmaciones pueden provocar tristeza, pero la depresión es una enfermedad que no debe banalizarse.

Hace pocas semanas leí la biografía de Lisa B. una mujer de 42 años, estadounidense, que lleva más de una década viviendo en Ecuador y que ha sido perseguida por la depresión desde su adolescencia. Incluso en un momento, pensó en ponerle punto final a su vida. El amor por su esposo y sus tres hijos la detuvo. Ella, afortunadamente, ha recibido ayuda profesional. No teme decir que en ciertos períodos necesita medicación. Tampoco teme contar su historia. De hecho, tras publicar su libro Through My Eyes, (A través de mis ojos), se encuentra en una firme campaña para visibilizar los trastornos mentales.

Recomiendo leer su historia. Es un libro que no fue editado, que expulsa sentimientos, emociones y episodios sobre el abuso que sufrió durante su infancia. Imposible no empatizar con ella después de leerlo y, sobre todo, inevitable apoyarla en su lucha contra la depresión.

Pueden seguir su cuenta de Instagram @life_bylisab o la mía @booksbylolita y encontrarán la entrevista que le hice el 2 de febrero.

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