¿Elecciones anticipadas?

El presidente Lasso se ha empeñado, desde el principio de su mandato, en seguir la agenda del correísmo. Nunca ha tenido una política o narrativa propia y todos los problemas del país se ‘resuelven’ echándole la culpa a Correa. 

Esta pésima estrategia lo ha llevado a caer en la trampa de la oposición, cuyo objetivo final es llegar a elecciones anticipadas; de seguir así, esto será necesario.

Le quedan muy pocas salidas a la profunda crisis del Ecuador que el propio Lasso ha contribuido a desarrollar; bajo su mirada “ingenua” y tibia, se está dando y a todo nivel, una de las peores descomposiciones institucionales jamás vividas. Los escenarios que le quedan al mandatario son muy pocos y van desde su renuncia hasta la muerte cruzada.

Podría optar también por seguir aferrado al puesto e intentar acabar su período, pero es un riesgo inclusive más grande que ir a muerte cruzada; idea de su total autoría y que ha planteado muchas veces.

El Presidente dice que la Asamblea no le deja gobernar; por ende, debe él, por fin, hacerlo por decretos durante seis meses, como le permitiría la Constitución en caso de disolver la asamblea. Pero parecería que ni él mismo se tiene confianza y no quiere demostrarnos que puede hacer grandes cosas para el Ecuador, como garantizarnos las medicinas en los hospitales; buena atención en el sector público (cédulas, licencias, pasaportes); trabajo; reactivación económica; y, lo que más cuenta, la lucha contra la delincuencia y a las mafias.

El Presidente podría hacer lo que más le gusta durante los seis meses posteriores a la muerte cruzada: hacer anuncios, TikTok  y promesas para su reelección, pero sobre todo hacer también lo que hasta hoy no puede hacer: gobernar al país demostrando que el puesto no le ha quedado grande.

A Lasso solo se le pide que empiece a trabajar con su agenda y que se enfoque en lo que él puede y debe hacer, dejándose de excusas, “ingenuidad” y falta de liderazgo. Si es capaz, podrá ser reelecto; caso contrario, otro será el encargado de arreglar a un país que hoy está en agonía y necesita con urgencia soluciones y —¿por qué no?— volver a las urnas.