El anticorreísmo ya no alcanza

Salvatore Foti

Después de haber desperdiciado seis años a nivel institucional y social causando un irreversible colapso estatal, los políticos ortodoxos y sus acólitos siguen creyendo que también para estas elecciones será suficiente apelar al anticorreísmo y a posicionar libretos tan pobres. Así como ayer daban cuenta de que nos hubiésemos vuelto Venezuela, hoy en cambio quieren posicionar la idea de que si ganase la candidata de la Revolución Ciudadana acabaría con el IESS.

Hay que recordar a todos estos facciosos intérpretes de la realidad nacional y a los postulantes a la presidencia, que cada elección es totalmente diferente a la anterior y que es triste e imperdonable alimentar al anticorreísmo para utilizarlo como su principal recurso para ganar las elecciones.

No se dan cuenta de que lo único que han logrado ha sido fortalecer a su adversario y, lo que es más grave, hundirnos a todos en una pesadilla de muchas aristas como: la delincuencia, la migración desesperada, la falta de asistencia médica, la falta de oportunidades, la violencia e ineficiencia gubernamental a todo nivel.

Deberían hablar más de lo que quieren hacer, mas no de lo que hizo o hará mal Correa.

Están convencidos que el techo de Luisa González es bajo y que ganarán en segunda vuelta, ignorando que el voto de los “indecisos” ya no es absolutamente contrario a Correa como ocurrió en las elecciones pasadas.

Otro detalle que se les pasa es que en las últimas elecciones hubo récord de voto nulo y habrá que ver cómo se transformará en esta ocasión. Pero lo que más quieren ignorar porque no pueden enfrentarlo, es que las más grandes ciudades y provincias del país han visto triunfar a los alcaldes y prefectas de RC y esto pasó hace muy poco.

Así que pueden seguir pensando que el anticorreísmo y los cuentos sobre los hipotéticos futuros desastrosos sean una buena receta, pero no entienden que ya estamos viviendo un presente desastroso y que deben hablar y ocuparse de los temas que nos interesan a la ciudadanía; salir de su burbuja prepotente y soberbia porque hoy el anticorreísmo ya no les alcanza para ganar.