Energía y realidad

Eduardo F. Naranjo C.

Al ciudadano común poco le interesa cómo funcionan las cuentas del Estado, asunto que otros conocen para engancharse como proveedores en cualquier línea de abastecimiento. Esta “élite” está siempre atenta a cualquier gobierno de turno; no sería problema si lograr el contrato fuera operación transparente, porque “movidas” oscuras significan costos “extras”  y sin garantía de calidad.

Fernando Reyes Cisneros acusa falta de claridad sobre los valores generados por el sector. Señala una serie de rubros que se pagan sin corresponder al servicio. Cita al ingeniero Jorge Niola, que explica el pliego tarifario, donde se regulan las tarifas del sector eléctrico y que determina un costo escalonado conforme sube el consumo. En  el valor de la planilla se incluyen rubros para bomberos, recolección de basura, alumbrado público, etc. valores que suben progresivamente conforme el consumo. Mientras más se consume, se benefician proporcionalmente los otros sectores y no es ingreso para el generador de energía.

Niola señala que la tarifa residencial es un 28 por ciento del consumo; el resto corresponde a los otros rubros mencionados. Los demás sectores como el industrial y agrícola tienen tarifas por franja horaria y adicional por pico de demanda, siendo así  que el consumo residencial tiene un valor relativamente bajo. Si una residencia consume más del nivel promedio tiene costos mayores, porque los otros rubros suben proporcionalmente. Consecuentemente para obtener mayores recursos para generación se debería fijar un precio diferente por kilovatio hora o dar otra fuente de financiamiento a los rubros que se señalan.

Sobre barcazas proveedoras de energía en “emergencia”, así como la administración de las hidroeléctricas y el uso técnico de los flujos de agua, el ingeniero José Joaquín Loayza Navarrete denuncia maniobras e intereses que medran en esas operaciones que combinan política, dinero y corrupción. ¿Cambiarán las cosas algún día?