Dos fenómenos nos amenazan

Manuel Castro M.

Dos fenómenos nos amenazan. Uno es El Niño, que se está volviendo viejo y que es muy posible que nuevamente nos cause grandes males. El otro, Correa, que amenaza gobernar a través de una señorita que es ‘una Cámpora de envolver’ y que con sus contoneos y piruetas aspira nada menos a la presidencia de la República que honraron ciudadanos excepcionales, auténticos estadistas: Rocafuerte, García Moreno, Alfaro, Velasco Ibarra, Galo Plaza, Camilo Ponce. La amenaza correísta es rechazada mayoritariamente, por los antecedentes de sus años de gobierno: sobornos, crimen organizado, deuda externa exorbitante, adjudicaciones millonarias a dedo por parte del Estado, un presidente de la República prófugo, un ex vicepresidente en la cárcel (provisionalmente libre), un excontralor y una ministra prófugos y mil trafasías ampliamente conocidas por el pueblo ecuatoriano, que es pobre, engañado, pero no ciego y sordo.

La vida electoral del Ecuador es llena de peripecias, propias de un país nuevo. En 1845 una Asamblea Popular prefirió como presidente de la República a Vicente Ramón Roca. Tardíamente, pues a veces somos profetas del pasado, se dijo: “Se eligió la vara del mercader a la lira del poeta (José Joaquín Olmedo, poeta reconocido universalmente, que lo consigna Jorge Luis Borges). En 1856, mandato de Robles, se crea la Asamblea Popular que designará el gobernante. En el gobierno de García Moreno, en la Constitución Política denominada ‘Carta Negra’, se instaura por primera vez la elección popular y universal, por supuesto en la que podrían participar ciudadanos que cumplieran determinados requisitos (Religión católica, etc.), que siempre han sido impugnados, pero que se mantuvieron hasta 1895, en que el Estado, como es lógico y democrático, no debería tener ni auspiciar religión alguna.

El 20 de agosto próximo tendremos elecciones presidenciales y de asambleístas. Existe preocupación por la débil actuación del organismo electoral mayor, que hace caso omiso de ciertos peligros que amenazan y pueden impedir elecciones transparentes. Las encuestas y estadísticas son formas científicas de equivocarse.  A todos nos encanta predecir el futuro, pero como lo queremos. Y nos olvidamos de lo que tememos, lo que puede venir: gobierno autoritario, represivo, populista y depredador. Bernard Shaw dijo: “El poder no corrompe a los hombres. Los tontos y los pícaros, sin embargo, sí entran en una posición de poder, corrompen el poder.”