Culebrones

Me encanta ver cómo la farándula nacional tiene sus nichos, sus horas, sus gurús, sus programas y sus extensiones para seguir conversando acerca de cómo nuestras figuras de pantalla, que se dicen llamar actrices y actores, se publicitan para bien y para mal.

Ver lo que pasa con la presentadora y participante de un reality en Turquía, que cuando regresó a su trabajo en el canal que la auspició, lo hizo de manera intermitente para luego dejar el programa matinal por sus problemas personales, indica que los medios son muy comprensivos con sus trabajadores, hasta empáticos.

Ahora, quienes antes eran las reinas y reyes de la farándula en la televisión abierta, están en los medios sociales donde ellos mismos dicen no tener censura. Es decir, donde pueden hacer y deshacer con la honra de cualquier persona porque no existe regulación ni sanción directas. Volvemos a la jungla de halar la lengua para que los escándalos sigan dando información para la masa.

Que un “artista” golpeó a una “artista”. Que un hombre tiene vínculos amorosos con otros hombres. Que un presentador declarado homosexual tiene que vestir de manera femenina, o que una mujer siempre tiene que ser sensual y mostrar su cuerpo son los clichés y formas de informar en estos espacios, en donde la moral del medio, siempre es pacata y contraria a lo que informa.

¿Qué podemos esperar de los noticieros que solo buscan el morbo y no las causas y posibles soluciones para actos tan deleznables y preocupantes como el femicidio, la trata, las migraciones y el abuso infantil? ¿Por qué en los espacios “familiares” no se tratan estos temas con profundidad y solo llenan los minutos con información de sus amigos de farándula?

Los culebrones son parte de la vida diaria, pero es importante que tengamos prioridades de estar al tanto con ellos. El caso de María Belén es un culebrón lamentable que debe estar en la opinión pública, para encontrar la verdad, pero también para conversar sobre instituciones, actores y formadores de audiencias.

Los culebrones de farándula ayudan a afirmar el machismo en los medios, confirman que existen mujeres que se dicen empoderadas, pero son solo negociantes de pensiones alimenticias para mantener su estatus social y económico, y las muestran como ejemplares.

Necesitamos de culebrones, sí, pero que nos hagan reflexionar y vernos reflejados en sus caracteres. Las telenovelas brasileras muestran nuestros reflejos, mientras que las turcas y las mexicanas, reproducen clichés que la masa querrá reproducir en su vida diaria, para parecerse a su heroína o héroe de telenovela o de farándula.

Lo mismo sucede con el reguetón y sus letras, pero todos los cantantes dan “gracias a Dios” por su triunfo basado en machismo y sexismo. Con estos reflejos, los culebrones en casa se justifican y acudimos a lamentables culebrones sociales donde el victimario se da a la fuga y muchos lo consideran como héroe.