Crisis circunstanciales

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

No todas las crisis están relacionadas con el proceso de maduración de las personas; muchas se presentan de manera inesperada. La pérdida de un miembro de la familia, una enfermedad muy grave, un accidente o un hecho impredecible pueden ocurrir en cualquier momento de la vida, nadie está libre de algún suceso o problema. La característica principal es que estos hechos tienen poca o ninguna relación con la edad de la persona o alguna etapa de la vida, éstos se presentan de manera fortuita.

Su aparición repentina en el transcurso de los años parece atacar al mismo tiempo y desde ninguna parte. Individuos y familias enteras pueden anticipar algunas transiciones en su vida o prevenir una dificultad, pero pocos están preparados para enfrentar una crisis circunstancial; en la mayoría de los casos se piensa que eso le sucederá a alguien más de su círculo de allegados. Cuando el bienestar físico y psicológico se sienten amenazados, se requiere actuar de manera inmediata y urgente, se evalúan las prioridades y se dan los pasos adecuados para corregirlos.

Cuando el impacto potencial recae sobre comunidades enteras, se requiere la intervención de las instituciones del Estado en un período relativamente corto; así se afrontó el impacto de la pandemia que permitió disminuir su propagación y evitar un mayor número de fallecimientos. Una catástrofe, una explosión, un accidente de cualquier naturaleza pueden dejar cientos de sobrevivientes con graves secuelas, lo que requiere la unión de todos para enfrentar las pérdidas humanas, materiales, económicas y emocionales en las siguientes semanas, meses o años. No se requiere de opositores sin Dios ni ley que detengan el trabajo.

La desorganización pasa factura a todos, el boicot, la amenaza, los condicionamientos para encontrar soluciones, la suspicacia, generan enfrentamientos peligrosos que deben ser analizados con madurez; la razón no pide fuerza. La irresponsabilidad del pasado ha dejado huellas de resentimiento en gente conflictiva, que no ha podido resolver sus problemas para enfrentar el futuro. Algunos políticos esconden su cabeza como el avestruz, otros han perdido la oportunidad de servir a su país.