Cría cuervos y te sacarán los ojos

Alfonso Espín Mosquera

La actualidad del país y América Latina señala indicadores alarmantes de pobreza, desempleo, desnutrición, falta de vivienda y, a la vez, una creciente estadística de corrupción ocasionada por la clase política, sin importar la tendencia ideológica. De izquierda, centro, derecha o desde el populismo, los deshonestos delinquen a más no poder, como una especie de franquicia que se repite a lo largo de toda la región.

Lo grave es la pasividad de la gente que se ha acondicionado a mirar a los delincuentes de  ‘cuello blanco’ enriquecerse a costilla de dineros que se roban del país y que hubieran servido para solucionar algunos problemas que le aquejan a la población.

Nos hemos acostumbrado a escuchar, como normal, los escándalos, las glosas, las acusaciones que van y vienen de uno a otro bando y después, como con el mismo dinero sustraído de los negociados, sobre precios, peculados, coimas y más actos criminales, ‘invierten’ en nuevas campañas electorales, porque los movimientos que los auspician y las dignidades en juego, tienen precio y bien caro.

Esto es un círculo vicioso que se reproduce en muchísimos casos: si no son personajes de la farándula, de la canción rockolera, son exconvictos, sentenciados por peculados u otros delitos, ahora también narco delincuentes, jueces inmorales que han hecho sus fortunas de las malas prácticas, pero que por su buena o mala fama reciben el respaldo popular y, desde ese momento, hacen de la política una forma de vida, que en pocos meses les da mansiones, haciendas, vehículos de lujo, depósitos en paraísos fiscales y fortunas inagotables.

Los sueldos que perciben en sus diferentes cargos, son solamente para ‘las colas’, la fuerte está en las influencias y trafasías con las que se cuadran para el futuro.

Lamentablemente la gente honorable se ha retirado del mundo político y, por otro lado,  a los jóvenes y peor a los niños no les interesa ese espacio, varios porque están ocupados siguiendo a sus ‘influencers del momento’ o deleitándose con el último reguetón de moda, o viviendo la cuenta regresiva para fugarse de este país y, por lo tanto, estamos destinados a vivir esta ignominia, que con seguridad nos llevará a los abismos.

Todo parece una fatalidad, una sola penuria, una pesadilla de la que despertaremos pronto, pero es una realidad, como son las colas interminables de centro y sudamericanos caminando por las orillas del río Bravo, con el afán de burlar a la guardia norteamericana y mudarse al ‘sueño americano’; como son los seres humanos, viviendo de la mendicidad en los semáforos de las ciudades de todo el continente; como son los inmensos cinturones de miseria de las urbes latinoamericanas.

La política, como todo acontecimiento de la vida, debe ser una cosa de ética social, de dignidad y buenas costumbres. Por eso es una obligación de todos, preocuparnos por la formación de las nuevas generaciones, cosa que parece ser pedir mucho en un momento tan ‘productivo’ o de tanta necesidad para sus progenitores; pero la suerte futura de los que vienen, dependerá de lo que hagan cuando niños, de que abran un libro, en lugar de TikTok, de que cultiven el arte, en lugar del Play Station, de que sus padres les den una reprimenda mesurada, sin que se ‘traumen’; que aprendan la salutación, el respeto, la honestidad.

¡Ojalá no estemos pensando en imposibles!