Contagio legal

Rosalía Arteaga Serrano

No me refiero con este titular a ningún virus biológico como lo que ocurrió con la terrible pandemia de covid que ocurrió tan recientemente, tampoco a los virus informáticos que con tanta frecuencia acosan a las computadoras y artefactos tecnológicos y causan pánico hasta en los espacios más seguros del planeta.

En esta oportunidad quiero referirme a una especie de virus que ha llegado y se ha instalado en el país con una virulencia que nadie podía prever, se trata de la violencia instaurada por el narcotráfico, por los carteles de la droga, que encontraron, desde hace unos años, en Ecuador, el espacio propicio para asentarse, para construir sus redes espantosas, para afincarse en una sociedad que no se había percatado del riesgo que implicaba el tener esa amenaza latente en sus fronteras y que aprovechó los resquicios legales de la ciudadanía universal, el porte de sustancias psicotrópicas para consumo personal, entre otras equivocadas decisiones, para penetrar de manera decidida y quedarse en el país.

Un país como Ecuador, que antaño era considerado una ‘isla de paz’, es ahora uno de los países más violentos del mundo, con tasas de asesinatos que rebasan todo lo que podríamos haber imaginado, que cobra la vida de personas vinculadas con las actividades delictivas, pero que ha empezado también a atentar contra la vida de políticos, de personas relevantes de la sociedad.

Para combatir esta ola de violencia se necesita, por supuesto, voluntad política, leyes que coadyuven a reprimir las actividades delictivas, un Ejecutivo fuerte, un Poder Legislativo consciente de su papel fundamental en este tema a la hora de crear y modificar leyes, como la de extinción de dominio para cortar el poder económico de las mafias enquistadas en nuestra sociedad, así como un Poder Judicial incorruptible, que no ceda ante las tentaciones y amenazas para liberar a los delincuentes.

Este virus lo va permeando todo y transforma a sociedades antaño amistosas, pacíficas, en escenario de escenas violentas, de atropellos permanentes, de violaciones a la paz a cada momento que pasa. Las mafias internacionales tienen sus tentáculos y constituyen mafias internas, aupadas por el microtráfico, que se esmeran en ser cada vez más violentas y causar más daño, sobre todo entre los más jóvenes.

Si en Ecuador no nos unimos todos para combatir estos problemas y permitimos la naturalización de la violencia, convertiremos a nuestro país en uno inviable para la vida y el progreso de los individuos y de las familias.