¿Tiene sentido la vida?

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Carlos Freile

Los seres humanos se han planteado la pregunta sobre el sentido de la vida desde siempre; no existe sociedad sin reflexiones acerca de este asunto crucial. Las respuestas, como es evidente, son dos, irreconciliables entre sí dada su radicalidad: sí o no. La primera se ha presentado de dos maneras, una condicionada y otra radical. La primera afirma que la vida humana tiene sentido cuando cumple con ciertas condiciones: para algunos filósofos paganos esto se cumple tan solo cuando esas condiciones son placenteras o cuando se mantiene la honorabilidad de la persona (con variadas definiciones de esta cualidad); para los nacionalsocialistas solo tenía sentido la vida digna, no cumplían este requisito los enfermos incurables, los transmisores de enfermedades hereditarias y los miembros de las razas inferiores, por ello la Alemania Nazi fue el primer país que legalizó la eutanasia.

La respuesta positiva total sostiene que toda vida humana tiene sentido, sin importar las condiciones en que se desarrolle, postura propia de la visión judeocristiana de la persona como creatura de Dios; para los cristianos, además, los sufrimientos de Cristo en su Pasión y Muerte dignifican y dan sentido también a las vidas absurdas desde el punto de vista meramente material. Desde la filosofía, la literatura y la psicología también se ha dado esta respuesta, tales los casos de Saint-Exupéry y de Viktor E. Frankl, este último desde sus experiencias en los campos de exterminio nazis.

La ausencia de sentido ha sido mantenida en nuestra época sobre todo por los existencialistas ateos como J.P. Sartre, quienes, según el conocido reproche de A. Camus, no han tenido la coherencia de suicidarse.

La respuesta positiva total es profundamente racional, al contrario de lo que comúnmente se afirma, pues mantiene la dignidad de toda persona humana, sin importar las circunstancias en que se desarrolle su existencia, tanto más que ninguna vida está exenta de dolor, sufrimiento, fracaso, angustia. Cuando se abre un resquicio en ese frente poco a poco se establecen condiciones que limitan la dignidad y el derecho a la vida (dejo de lado el suicidio) y los diversos poderes establecen medidas con bases en la economía, la comodidad…

En todo caso, los simples, los tontos, los carentes de la sabiduría del mundo, agradecemos el don que nos permite reconocer un sentido también en nuestras vidas anodinas, vulgares, llenas de minúsculos tropiezos; sentido que permanece por toda la eternidad. En de desear que los doctos nos toleren.