Falsedades de cemento

Carlos Freile

Hace unas semanas me permití llamar la atención sobre ciertas falsedades acerca de nuestra Historia ya fosilizadas aparentemente sin remedio. En esa ocasión el tema era Eloy Alfaro. Ahora debo, por deber profesional, referirme a afirmaciones cien veces repetidas, cien veces refutadas, sobre Eugenio Espejo. Hace pocos días se recordaba la fecha de su bautizo,  no de su nacimiento como se ha dicho: 21 de febrero de 1747. A partir de la fecha, se sostenía en algún lugar que Luis Chúsig había pagado a los jesuitas una cantidad de dinero a cambio de un certificado de limpieza de sangre para su hijo Eugenio Chúsig.  Lo cierto es que no existe ni un solo documento legal en que el padre de Eugenio lleve ese apellido: en su partida de nacimiento, fechada en Cajamarca el 6 de octubre de 1726, se dice con toda claridad que el padre de Luis se llamaba Juan Espejo y su madre Antonia Ruiz. Tampoco es cierto que su madre fuera mulata, su partida de bautizo se halla inscrita en el Libro de Blancos, al igual que las de sus hijos; ella fue bautizada el 1º de mayo de 1715, siendo hija de Juan Aldas (sic) y Petrona Gordillo. Además, es notorio que tan solo las Reales Chancillerías (Valladolid y Granada) podían dar certificados de limpieza de sangre. En el caso de Espejo, cuando este lo solicitó para ejercer el cargo de bibliotecario de la Biblioteca Pública, el expediente debió ser enviado a la de Valladolid, pues se refería a sus antepasados maternos, originarios del norte de España. No se debe confundir los “certificados de limpieza de sangre o de nobleza” con los “testimonios” presentados por los solicitantes y dados por testigos que aseguraban que era verdad lo pedido por constarles así; estos testimonios se adjuntaban al proceso, como de costumbre. Sería útil que se dé a conocer el certificado original dado por los jesuitas a Luis.

Además de lo dicho, surge la obligada pregunta: ¿dónde se encuentra el documento que muestra el pago de Luis Espejo a los jesuitas? Si existiera, vendría a ser una falsificación, pues, como acabo de afirmar, Luis siempre firmó Espejo, desde Cajamarca. La mención del apellido Chúsig es tardía, por parte de los enemigos de Espejo y tiene una sola fuente y esta por lo menos dudosa, como ya lo afirmó en su tiempo el propio Eugenio; pues el testigo, fray Joseph del Rosario, estaba completamente ciego cuando testificó y no pudo leer lo que el escribano, un enemigo del Precursor, decidió escribir. Cabe anotar que la memoria colectiva ha conservado el testimonio de la indianidad de Espejo (un baldón en esa época) pero no las acusaciones de inmoralidad y de ignorancia. ¿Por qué?

Los mitos se mantienen como fraguados en cemento; de nada sirven los arduos trabajos de especialistas a lo largo de años; vale más la fantasía de alguien con labia para construir con patrañas un pasado y convertirlo en los cimientos de un futuro tramposo.