Caso Rubiales: el beso no consentido

Ana Changuín Vélez

Hace poco más de una semana, el mundo del deporte y, en general, la sociedad española se vieron conmocionados por un incidente que ha generado controversia en diversos sectores. Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, besó sin consentimiento a Jenni Hermoso, jugadora de la selección, durante un acto público de premiación del equipo. Este comportamiento ha desencadenado diversas reacciones, entre las cuales se incluyen disculpas poco convincentes por parte de Rubiales y un apoyo inicial de la Federación. Sin embargo, ante la avalancha de opiniones y críticas, aunque la Federación finalmente suspendió a Rubiales, él ha manifestado sentirse “víctima de un asesinato social” a raíz de los discursos y marchas feministas que respaldan a Hermoso.

No profundizaré en más detalles del incidente, pero es imposible no abordar la discusión que ha surgido en torno al respeto a las mujeres, en el ámbito deportivo y en la sociedad en general. El beso no consentido de Rubiales es una muestra palpable de los retos diarios que enfrentan las deportistas todos los días, en la cancha, en el camerino, con la hinchada y con los narradores deportivos. No se trata de un simple “pico”, como lo llaman sus aliados, sino de un ataque directo al respeto y a la dignidad que merece toda persona. Si no hay consentimiento, estamos ante un abuso, y eso es algo que todos, hombres y mujeres, deben comprender.

Aunque ya existe legislación española que protege estos derechos -como la Ley del Deporte, que señala que los abusos de autoridad son inadmisibles-, el caso de Rubiales nos recuerda que las leyes, por sí solas, no bastan. Aunque algunos argumenten que fue un «gesto sin mala intención», lo sucedido refleja que aún existen actitudes machistas en espacios que deberían ser ejemplos de respeto e igualdad.

Se debe destacar que en España, un beso sin consentimiento ya ha sido categorizado como abuso; ocurrió el año pasado en Navarra, cuando el Tribunal Superior de Justicia condenó a un año de cárcel por abuso sexual a un hombre que había besado a una menor de 16 años después de que esta intentase apartarse. Si bien este caso tiene otros matices, el beso de Rubiales no deja de ser un abuso por motivos que superan la falta de consentimiento. Rubiales se aprovechó de su poder y de la situación en medio de un escenario en que la jugadora difícilmente podía reaccionar y alterar la celebración de sus compañeras con un reclamo explícito.

He pensado si las cosas hubieran sido diferentes si Rubiales ofrecía disculpas genuinas desde el inicio, tal vez. Pero más allá de eso, es fundamental discutir y condenar cualquier actitud que menoscabe la igualdad y la dignidad de las mujeres. El respeto al consentimiento no es negociable. Como sociedad, es nuestro deber ineludible defender estos principios con vehemencia y determinación.