El Metro y el éxito de Quito

Ana Changuín Vélez

El transporte subterráneo en Quito ha dejado de ser un mito para convertirse en una realidad, marcando un hito en el desarrollo urbano de la capital ecuatoriana. Celebrar esta megaobra es casi inevitable, pues adicional a la hazaña arquitectónica que comenzó en octubre de 2009 con la firma de un Protocolo entre el Municipio de Quito y la Comunidad de Madrid, constituye  una contribución histórica al progreso del país.

El Metro de Quito, con sus 15 estaciones y 22 kilómetros de extensión, no solo mejora la movilidad urbana, sino que representa un avance para la comunidad y la vida de las familias que podrán acceder a este servicio.

La experiencia se evidencia mediante ejemplos exitosos en la región, tales como Buenos Aires, Brasilia, Caracas, Ciudad de México, Santiago de Chile, Panamá y Lima, donde la adopción del metro se ha concretado como parte integral de sus agendas de crecimiento.

Para los quiteños, esta infraestructura no solo implica una notable reducción del tiempo en el tráfico y un alivio significativo para la congestión vial, sino que también genera beneficios sustanciales que trascienden la mera comodidad. Impacta positivamente en la dinámica diaria de aquellos que dependen del transporte público, liberando espacio de la contaminación visual y auditiva. Además, contribuye al ahorro de energía y eleva los niveles de seguridad y protección ambiental gracias a la disminución del tiempo en los trayectos.

Sin embargo, es vital reconocer que el camino al éxito de una ciudad trasciende el sistema de transporte. Según datos del Banco Mundial, la urbanización a nivel global plantea desafíos multifacéticos, desde la demanda de vivienda digna y asequible, hasta la necesidad de una infraestructura de servicios eficiente, gestión adecuada de residuos, seguridad, generación de empleo y la urgencia de enfrentar el cambio climático. Más de la mitad de la población mundial ya reside en entornos urbanos, y las proyecciones de la ONU sugieren que esta proporción aumentará significativamente, alcanzando el 66% para el año 2050.

La organización ISO, también define estándares internacionales para las smart cities, y ha establecido catorce categorías de necesidades básicas de la comunidad, entre ellas el transporte. Así, la implementación del Metro debe ser vista como parte de una estrategia más amplia de desarrollo urbano. Construir ciudades resilientes e inclusivas requiere una coordinación integral de políticas y decisiones de inversión.

Celebramos el éxito del Metro como un paso esencial; y en esa ruta es fundamental mantener una visión coordinada para garantizar un desarrollo urbano integral. El transporte, sin duda, es una pieza crucial en este avance, pero reconocemos que el rompecabezas urbano demanda diversas acciones para construir una ciudad funcional, inclusiva y equitativa para todos sus habitantes.