Advertencia urgente

Fabián Cueva Jiménez

Partamos de dos premisas: la sociedad no es y no puede ser una realidad fija; y, los cambios que observamos y sentimos en ella nos están destruyendo emocional y físicamente.

Estamos viviendo en nuevos escenarios de inimaginable violencia, que molesta e intranquiliza: asaltos, explosiones, secuestros, robos, atentados, corrupción, desidia y mentiras diarias, que  obligan a pensar en correcciones urgentes, a nivel personal y colectivo.

Comencemos a pensar, crear y contagiar futuro, con propuestas y rutas que nos lleven a lograr estados humanamente necesarios: paz, igualdad, justicia, que mejore nuestra vida y la de los demás, contando con un arma: el inquebrantable anhelo de erradicar la violencia.

Sin duda, para cumplir con esa tarea, no podemos ni partir ni avanzar por sí mismos y en soledad; es necesario una acción conjunta, única alternativa para no permitir más destrucción.

Hoy, nos referimos a la violencia escolar, la que viven especialmente los jóvenes en instituciones educativas, en diversas formas: físicas, psicológicas, sexuales, las que según  resultados de investigaciones en todo el mundo de organismos internacionales, aseveran: comienza en grupos de menores de edad, escala paulatinamente, llegan a adolescentes y se quedan en adultos por el resto de sus vidas, considerando visibles las formas de agresión con: armas, abusos verbales, rechazos, humillaciones, intimidaciones, violaciones, en las mismas escuelas y colegios, perfectos ‘caldos de cultivo’ para el desate abusivo de  sus pares, profesores y otro personal. Hoy, los lugares en donde se debe educar con satisfacción y alegría, son escenarios permanentes de riesgos.

Ecuador es uno de los ejemplos de intranquilidad. Autoridades, maestros, orientadores y ciudadanos lo expresan: el sistema de normas con las que funcionan y que se llamaba disciplina está deteriorándose, ya aparecen en las mismas aulas: grafitis insolentes e irrespetuosos que elogian a pandillas, agresiones a profesores hasta con la complicidad de padres, tanto que los maestros ya no educan, sólo instruyen. Y todo, se oculta intencionalmente porque el miedo es latente.

Pero, escribir sobre las consecuencias no explica nada, meditemos también sobre sus causas: pobreza, desempleo, desigualdad social y económica, corrupción descarada, para así pedir abiertamente a quienes dirigen el país y por supuesto la educación, remedios contra ese flagelo social o ¿Piensan dejar una herencia nefasta como los anteriores gobiernos?

Definitivamente, si no hay un liderazgo político-educativo sostenido que conduzca a acciones permanentes de prevención, inclusión del tema en el pensum de estudios, capacitación a maestros sobre algo que no recibieron en su formación, será imposible erradicar esas tendencias de agresividad, fuerte impulsividad, escasa capacidad para la reflexión, falta de control de la ira, parte del perfil de jóvenes que están camino a la delincuencia.

Hace poco tiempo, escuchábamos actos de violencia, pocos en realidad, comparando con el crecimiento exponencial de hoy; por eso, estamos advirtiendo con tiempo y urgencia. No queremos una niñez y juventud llenas de zozobra, terror y mal encaminada. Deseamos ayudar a construir una convivencia social sólida. Lean, acepten y comiencen.