Adoctrinamiento y políticos en campaña

Alfonso Espín Mosquera

En la región, me refiero a la del ‘Socialismo del siglo XXI’, se ha ideado una serie de libros de adoctrinamiento infantil, que no sería condenable si el fondo de esos materiales impulsaría a los niños a sopesar el valor del esfuerzo, del sacrificio y la honestidad; pero uno que se llama ‘Evito y el mar’, por ejemplo, es una apología al ‘bono’, a la dádiva como cosa determinante de un Estado para el desarrollo de los pueblos, en lugar de pensar en la enseñanza del trabajo, del estudio, de la productividad, como medios de promoción social. Los libros de ‘Evito’ son de uso obligatorio en las escuelas bolivianas, pero la gente lo que quiere a lo largo y ancho de América Latina y el mundo es oportunidades de trabajo, no regalos de esta naturaleza a cambio de convertirse en fuerza de choque lista a salir a las calles a vivar por los mandatarios.

Pero hay otras obras de adoctrinamiento para menores: ‘Fidel, el muchacho de Birán’, que narra historietas inspiradas en anécdotas de la vida y obra revolucionarias del dictador Fidel Castro; ‘Hugo Chávez, una biografía’, obra que revela a manera de cuento ilustrativo los momentos más significativos de Chávez; o ‘El sueño de Andrés’, obra que fuera presentada por la excoordinadora de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador y actual diputada federal por Morena; este libro, a decir de muchos, es ‘propagandístico’ y busca beneficiar la imagen del mandatario mexicano.

La fama, el dinero y el poder inspira en los políticos esas ganas de perennizarse eternamente en sus cargos, como el mismo Fidel desde 1959 hasta su muerte o los llamados de la ‘Revolución Bolivariana’ que ya van décadas en el mandato, sin posibilidades de entregarlo, cual es también el afán de todos los otros del ‘socialistas del siglo XXI’, mantenerse a como dé lugar por años sin fin en sus mandatos.

Cómo no quisiéramos que la gente de bien, preparada, honrada se postule en las diferentes candidaturas, pero desgraciadamente o son los mismos rostros conocidos por escándalos políticos, por corruptelas, por tráficos de tierras, en fin; o los “prometedores novatos” de sueños irrealizables, de ideales fantásticos imposibles de llevarse a la práctica, o los vivarachos que han hecho de los cargos públicos su modo de vida, como tantos concejales del cabildo quiteño, por decir algo, que ya son entes miméticos del lugar.

Las leyes están hechas de tal forma que las mismas postulaciones nos mueven hacia los clásicos movimientos políticos donde los seguidores no son de a gratis. Todos los que pegan afiches en las paredes o ponen su carros trasladando ‘compañeros del partido’ en las caravanas motorizadas, tienen intereses puestos en cargos públicos, seguro para resarcirse de los gastos efectuados en la campaña.

Lasso sabía a lo que vino y no tuvo la decisión para hacerse acompañar por gente que pudo ser reclutada por méritos académicos y profesionales, ni la organización de bases como para suplir al correísmo que sigue pululando en los puestos estatales y como resultado: un gobierno malo a medias tintas.

Con este panorama, apto para el regreso de los ‘revolucionarios’, habrá que prepararnos a leer a nuestros hijos, como cuentos de cama: la vida del Mashi, de la Gabriela Rivadeneira o de los hermanos Alvarado…