A propósito de incapacidad mental

Ugo Stornaiolo

La causal para ‘librarse’ del presidente Lasso fue variando desde destitución, traición a la patria o asociación para delinquir. Y creyeron que el informe hasta debía decir que el presidente es ‘mentalmente incompetente’. Sin sonrojarse, la asambleísta Mireya Pazmiño lo decía, al referirse al mandatario, ‘como un día dice una cosa, al otro día dice otra cosa’. Si un cuerpo médico negara la causal (art. 145 de la Constitución), la solución para Pazmiño son las calles. Prepárese, Leonidas Iza…

La presidenta y la vicepresidenta de la comisión del caso Encuentro, la correísta Viviana Veloz y Mireya Pazmiño (elegida por Pachakutik, hoy disidente e integrante de la comisión en contra de su agrupación, muy correísta y amiga de Leonidas Iza) no tienen títulos universitarios ni estudios de psicología o psiquiatría.

De los otros cinco integrantes, tres son abogados. Dos —Rodrigo Fajardo de la ID y el independiente Augusto Guamán— tienen maestría en cuarto nivel, mientras que el socialcristiano Pedro Zapata solo tercer nivel; los otros comisionados, Diego Esparza, socialista y el único voto oficialista, Gruber Zambrano, no tienen título de tercer nivel. Ninguno estudió psicología o psiquiatría. El informe tampoco tiene sustento jurídico.

El 6 de febrero de 1987, el autodenominado ‘loco que ama’, Abdalá Bucaram, fue desalojado de la presidencia con 55 votos válidos, sin evaluación ni diagnóstico clínico. Aunque Bucaram fue víctima de sus errores, lo actuado por el Congreso fue ilegal, y catapultó la fugaz carrera política del luego presidente interino Fabián Alarcón. Prepárese, Virgilio Saquicela…

104 votos: correísmo, socialcristianismo, ID y algunos independientes y el voto en contra de 18 asambleístas, tres abstenciones y 12 ausencias, iniciaron el camino del juicio político al presidente, con un informe sin pies ni cabeza, elaborado por legisladores que, además, son psiquiatras amateurs, lo que demuestra que el oportunismo, la trapacería y la rapiña política están en auge. Para romper los candados de Montecristi, creados por su amado líder, Rafael Correa, quien así se aseguraba que ‘su Constitución’ (que duraría 300 años) nunca se cambiaría.

Lasso ha cometido demasiados traspiés y luce acorralado. Podría declarar la muerte cruzada (solo él lo puede hacer) y consumar su ‘harakiri’ político, al que llegará vendado los ojos, con asesores que no entendieron cómo gobernar un país. Pero tampoco es lo que creen sus ilusos opositores: que “con ellos todo estará mejor”.