La eutanasia es un tema sumamente delicado y absolutamente controversial, de ahí que hasta la fecha solo está permitida y autorizada en muy pocos países a nivel mundial. Estoy casi segura que si este asunto se lo planteara a través de una consulta popular, los resultados serían sorprendentes, pues mucha gente aprobaría esta medida que, si bien es extremadamente dolorosa para los deudos y más personas de su entorno, constituye también una forma de liberación para los pacientes, especialmente para aquellos que están desahuciados y, por ende, se encuentran sumamente agobiados y deprimidos, sufriendo los embates y dolorosas consecuencias de su enfermedad; habida cuenta de que, por esta razón, muchos de ellos se ven forzados a optar por el suicidio.
Ayudar a bien morir es un mecanismo que pesa mucho. Sin embargo, increíblemente, podríamos considerarlo también como un acto de amor y empatía, pues si, en las postrimerías de su vida, el enfermo por voluntad propia así lo decide, debería dársele la oportunidad de cumplir con su último deseo, evitándole torturas, sufrimientos y angustias innecesarias; sin contar además con que, esta alternativa representaría un significativo ahorro para el Estado pues, al disminuirse significativamente el número de pacientes incurables a quienes tiene la obligación de atender, se reducirían también los ingentes recursos requeridos para tal efecto.
Fabiola Carrera Alemán