Bambalinas

Rosalía Arteaga Serrano*
Rosalía Arteaga Serrano*

¿Muros verdes?

No soy particularmente amiga de hablar de muros, ya lo he demostrado en otras oportunidades, como cuando recientemente lo hice para expresar mi oposición y rechazo, como tantos otros lo han hecho, en contra de iniciativas como la resolución que tomó el gobierno norteamericano, no solo el ejecutivo sino también el órgano legislativo, de construir un muro para detener o controlar la inmigración que cruza por el borde mexicano, sin pensar en que siempre se encontrará la forma de filtrarse mientras las asimetrías persistan, y que los muros tienden a ser derribados, con malas consecuencias para quienes los construyeron o más bien para quienes los ordenaron construir.

Pero no es ese tema doloroso sobre el que quiero hablar en esta ocasión, sino más bien de algo que es mucho más amable, o puede serlo, si es que una mentalidad que por fortuna va creciendo en el mundo, se hace cada vez más presente y nos sensibilizamos más por lo que va ocurriendo en el planeta y la necesidad de preservarlo de las múltiples agresiones que los propios seres humanos le causamos.

Me refiero a la posibilidad de ir sembrando más árboles en las diferentes regiones de la tierra, la de hacer esas cortinas verdes, la de ir ocupando los espacios estériles, las llanuras que hemos dejado yermas, con especies vegetales en lo posible autóctonas, que nos provean de esa ansiada protección contra la desertificación, la carencia de agua y hasta las mudanzas climáticas y el efecto invernadero, estos dos últimos temas de los que tanto hablamos en los últimos tiempos.

Así es, dejemos de pensar en crear esos muros que dividen y más bien pensemos en los que unen, como esas murallas verdes, franqueables, amables, acogedoras, que más que separar sirven para comunicar.

“Ojalá la tendencia crezca”, acabo de oír a un expositor en un foro de biodiversidad al que estoy asistiendo y creo que podemos empezar a hablar de ello, a sugerir que los países y también los vecinos en sus espacios particulares pensemos que en lugar de colocar ladrillos, cemento, piedras, lo hagamos con las especies vegetales, con los árboles y arbustos que más nos gusten y que más se acomoden a nuestras necesidades.

Las cercas vivas, de las que en algunas comunidades todavía se habla, sobre todo en los sectores rurales, podrían prestarle un gran servicio a las diversas regiones del globo que ahora sufren devastación, sequías en algunos lados, inundaciones en otros, buena parte de ellas sintomáticas de lo que puede venir si el ser humano no cuida el entorno que le rodea.

Ya ven, es posible hablar de muros verdes, en contraposición a las horribles murallas de cemento que nos recuerdan trágicas historias de la humanidad. Si hacemos el esfuerzo en conjunto, tal vez tengamos resultados que nos sorprendan positivamente.

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