¿Feliz Navidad?

Navidad diferente la de anoche. Familias imposibilitadas de reunirse, con miembros fallecidos, gente sin trabajo, comerciantes quebrados, bancos boyantes e inflexibles. Gobierno con denuncias de corrupción y sin haber recuperado nada de lo hurtado por sus exsocios. Una justicia que, si bien se anotó un poroto con la sentencia del caso Sobornos, hoy luce timorata. Ningún palo grueso preso. Una Asamblea Nacional cuyo 60% está cuestionado por actos reñidos con la moral, y que descaradamente piden su reelección. En síntesis, una nube gris se cierne sobre nosotros como país.

Y para rematar, se avecina una elección donde no se aprecia, ni de lejos, un candidato que inspire confianza generalizada. Todos defendiendo los inconfesables intereses de sus grupos de poder. El voto en plancha ahora es obligatorio. Ya no podemos escoger por legisladores conocidos como gente decente. Ahora toca que entren los que se palanquearon su nominación, quien sabe a cambio de qué.

Molesta sobremanera, ver en muchos posts en internet, entrevistas a un sentenciado, y principal responsable de la crisis moral y económica que ya vivíamos desde antes de la pandemia, como si nuestra justicia y sus sentencias no valen nada, y que anuncia que regresará a tomar venganza. Y lo peor, que haya gente que aún le sigue.

Definitivamente, los principios y valores de antes, fueron borrados de un plumazo en la década perdida. Incluso hoy, en los textos escolares siguen vigentes fotos y redacciones que subliminalmente adoctrinan a nuestros niños de manera equivocada, alabando lo infame, y sin que el gobierno haya enmendado tamaño error. ¿Todo tiempo pasado fue mejor? El respeto y la honradez eran la regla. El feriado bancario separó muchas familias, y ahora los disque revolucionarios terminaron con la ética de mucha gente.

Nuestra sociedad ha desmejorado. Sólo queda mantener la esperanza de que, las pocas personas integras que aún luchan por llegar al poder y enmendar el camino al peñasco, conserven intactos sus principios y valores, para inculcar con su ejemplo y gestión, que un camino hacia el progreso económico y moral de nuestra sociedad, es posible.