Delirio o verdad

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Vulgarmente el delirio se conoce como locura, es decir cuando hay ruptura del “Yo”. Es un trastorno del pensamiento en su contenido y se caracteriza por la alienación mental. El individuo percibe de manera anormal y alterada el mundo externo -realidad física y social- y el interno – psíquico- por lo que se le hace difícil, y a veces imposible, la comunicación con quienes le rodean.

El llamado al diálogo ha despertado una serie de intereses personales y de grupos que nos llevan a pensar que la población ecuatoriana vive momentos de delirio o de verdad. Hay personas que deliran con la política porque no sirven para nada más. Una idea falsa sostenida bajo la negación de la evidencia contradice las leyes de la lógica; una idea absurda, que no está de acuerdo con la realidad ni los hechos, carece de validez en boca de quienes lo expresan; las experiencias vividas por las personas responsables y el testimonio de los demás son muy diferentes.

Estas ideas fijas que llenan el campo de la conciencia de quienes se encuentran inmersos en actos de corrupción son como un tumor psíquico sumergido en la existencia de los implicados y que no son compartidas por quienes vivimos en el mismo entorno social y cultural, de una sociedad que va cambiando radicalmente en su desarrollo, pero que también tiene leyes absurdas que son aplicadas por personas con comportamientos absurdos. La justicia, la psiquiatría y la psicología ecuatoriana tienen mucho trabajo ante una realidad en la que los errores de juicio estimulan acciones delirantes partiendo de concepciones falsas de la realidad.

Una idea fija se sumerge en la existencia objetiva de un problema especulativo, que es incompatible con el entorno y, por tanto, es “personal” pero no es correspondido por las personas que conviven en el mismo entorno social y cultural. Las ideas delirantes motivan a su vez conductas que reproducen y evidencian contenidos de alucinación que derivan en alteraciones radicales de la vida misma. La estructura afectiva del delirio es de agresividad, de lucha del “Yo” contra el mundo. Los deseos insatisfechos no pueden modificar la verdad del desarrollo personal normal y de la convivencia humana.