Transporte público abusivo

ATILIO RUGEL ALBÁN

“El derecho propio comienza donde termina el ajeno”, Benito Juárez. Qué se han creído los profesionales del volante, para que cada vez que les viene en gana caoticen a la ciudad cuando los reclamos que presentan ante las autoridades no se los resuelven de acuerdo con sus conveniencias y bajo la muletilla cansina de que irán hasta las últimas consecuencias, perjudican al pueblo trabajador a sabiendas que el Art. 326 de la Ley penaliza con prisión a quienes alteran el orden público y hacen suspender los servicios básicos.

Es que siempre se han creído otro poder del Estado, al punto de exigir que quienes nos gobiernan vayan donde ellos a rendirles pleitesía, caso contrario, las medidas continuarán. Nadie está en contra de que ciudadanos que se sienten afectados de manera civilizada planteen sus reclamos, pero no podemos compartir situaciones que defienden únicamente a su gremio, porque tenemos un ejemplo que cuando los maestros jubilados llamaban a una movilización para exigir la reconstrucción del hospital Delfina Torres, se hicieron indiferentes.

Aquí se justifica la frase latina: “Homo hominis homo”, el hombre es lobo del hombre y es que ellos expresan que el taxismo pirata les perjudica en sus ingresos y que el gobierno debe de una vez por todas eliminar el ingreso de nuevos socios, toda vez que están saturados de vehículos. Parece que la vaca se olvidó cuando fue ternera y ellos también iniciaron sus faenas de esta manera, señalando que todos tienen derecho a ganarse el pan de cada día.

Conocemos que muchos transportistas tienen buses urbanos e interprovinciales; además, de ser dueños de dos y tres taxis de servicio público y si se hace un análisis de lo que sucede en Esmeraldas el 70% de los dueños de carros no pertenece a nuestro terruño. ¿Quién pone orden en esto y de esta manera a dónde iremos a parar? Tampoco dicen y testimonio que alguna vez un taxi amarillo de alquiler me esperaron a la entrada del lugar donde vivo y me asaltaron llevándose anillos de oro, una cadena, el reloj y 400 dólares, los primeros eran recuerdos de mi madre.

Hay que actuar con madurez y bien sabemos que hay taxistas abusivos y groseros que tratan mal al usuario y que manejan en pantalonetas y camisillas, lo cual demuestra poca cultura. Quiero concluir haciendo notar a la ciudadanía que por darle un cupo a los ingresantes de las cooperativas les cobran hasta 15 y 20 mil dólares; la duda me queda y que respondan dónde está la plata de esos ingresos y qué hacen con ellos.